El plan israelí y estadounidense de distribución de alimentos en Gaza, puesto en marcha hace un mes, está denigrando a los palestinos intencionalmente, obligándoles a elegir entre morir de hambre o arriesgar la vida por unos suministros ínfimos.
Con más de 500 personas asesinadas y casi 4.000 heridas mientras buscaban comida, este plan es una masacre disfrazada de ayuda humanitaria y debe ser desmantelado inmediatamente.
Pedimos a las autoridades israelíes y a sus aliados que levanten el asedio a los alimentos, el combustible y los suministros médicos y humanitarios, y que vuelvan al anterior sistema basado en principios humanitarios, coordinado por la ONU.
Masacre disfrazada de ayuda humanitaria

Samah Hamdan, una madre desplazada que recibe atención en el centro de salud primaria de Mawasi, después de arriesgar su vida por un puñado de comida.
Este desastre ha sido orquestado por Israel y EE. UU. operando bajo el nombre de Fundación Humanitaria de Gaza (GHF).
La forma en que se distribuyen los suministros obliga a miles de palestinos, que han sufrido el hambre durante más de 100 días de asedio israelí, a caminar largas distancias para llegar a los cuatro puntos de distribución y luchar por las sobras de alimentos.
Estos lugares impiden a mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidad acceder a la ayuda, y hay asesinatos y heridos en este caótico proceso.
Sin embargo, cada nueva atrocidad se produce sin apenas un encogimiento de hombros, por no hablar de una condena. La comunidad internacional está aparentemente resignada a su papel de permitir y perpetuar una campaña con patrones de genocidio. No se puede permitir que esto continúe.
«Los cuatro centros de distribución de alimentos, situados en zonas bajo control total de las fuerzas israelíes tras el desplazamiento forzoso de la población, tienen el tamaño de campos de fútbol y están rodeados de puestos de vigilancia, montículos de tierra y alambre de espino. Están vallados y sólo tienen un punto de acceso para entrar y salir. Los trabajadores de la GHF dejan caer los palés y las cajas de comida y abren la valla, permitiendo que miles de personas entren a la vez para luchar hasta por el último grano de arroz. Si la gente llega pronto y se acerca a los puestos de control, les disparan. Si llegan a tiempo, pero hay una aglomeración de personas y éstas saltan los montículos y las alambradas, les disparan. Si llegan tarde, no deberían estar allí porque es una ‘zona evacuada’, les disparan«.
Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de emergencias de MSF en Gaza.
¿Qué ven nuestros equipos desde el terreno?

Todos los días, los equipos de MSF reciben a personas y pacientes muertos o heridos. Esto solo por haber intentado conseguir comida en uno de estos puntos de distribución de alimentos.
«A mucha gente le disparaban directamente. Esto no es ayuda, es una trampa mortal«, dice Hani Abu Soud, miembro de la comunidad en el centro de atención primaria Al Mawasi. «Iban a matarnos uno a uno. Estábamos hambrientos, solo intentábamos alimentar a nuestros hijos. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Un saco de lentejas cuesta unos 30 o 40 shekels [6-10 euros]. No tenemos tanto dinero. La muerte se ha vuelto más barata que la supervivencia».
Aumento de pacientes con heridas de bala

A medida que han continuado las distribuciones, los equipos médicos han observado un marcado aumento del número de pacientes con heridas de bala.
En el hospital de campaña de MSF en Deir Al Balah, el número de pacientes con heridas de bala aumentó un 190% la semana del 8 de junio, en comparación con la semana anterior.
Los hospitales que aún resisten en Gaza, y que apenas funcionan, están devastados y cuentan con suministros mínimos de analgésicos, anestesia y sangre. Un hospital que funcionara a pleno rendimiento tendría dificultades para hacer frente al número tan elevado de pacientes de trauma que inundan a diario las salas de urgencias en Gaza.

Los pacientes heridos buscan ayuda en clínicas de atención sanitaria básica u hospitales de campaña. Esto porque los hospitales más grandes y mejor equipados para tratar traumatismos violentos han resultado dañados por los ataques de Israel a instalaciones sanitarias, y muchos han dejado de funcionar.
La clínica de MSF en Al Mawasi no suele estar equipada para tratar a pacientes de trauma. Sin embargo, ha recibido a 423 heridos procedentes de los puntos de distribución de alimentos desde el 7 de junio.
Como mínimo, cada día decena de pacientes con heridas llegan de los puntos de distribución de alimentos que requieren tratamiento vital inmediato. Como transfusiones de sangre o cirugía, que nuestros equipos médicos no pueden proporcionar en un dispensario de atención básica.
Los pacientes son derivados a los pocos hospitales que aún funcionan. Por ejemplo, al hospital Nasser, pero ante la escasez de atención sanitaria, hemos recibido informes de personas heridas en los puntos de distribución de alimentos que mueren a causa de sus lesiones antes de poder recibir tratamiento.
Ayuda empapada en sangre

Sin comida en la tienda que compartía con su familia, Ashraf, de 17 años, acudió a un punto de distribución de alimentos el 23 de junio. «Le dije que era demasiado peligroso. Me dijo que quería comprar algo para su hermana«, cuenta Hanan, la madre de Ashraf. «Treinta minutos después me llamó pidiendo ayuda. Le habían disparado. Esta ‘ayuda’ está empapada de sangre«. Ashraf está siendo tratado en la clínica de atención sanitaria básica de Al Mawasi.
La ayuda no debe ser controlada por una parte beligerante para favorecer sus objetivos militares.
Las autoridades israelíes han utilizado una táctica deliberada de privación de alimentos contra los palestinos de Gaza. Han convertido en arma el suministro de alimentos negándoselo a la población. Además, limitándolo después a un goteo, en una completa violación del derecho internacional humanitario.
Los principios humanitarios existen para facilitar la ayuda a quienes más la necesitan, con dignidad. La ayuda debe suministrarse a gran escala, en consonancia con estos principios. La población de Gaza necesita de forma vital e inmediata el restablecimiento de un verdadero sistema de ayuda y un alto el fuego sostenido para su propia supervivencia.