Yemen: «Cada día es una lucha: vivir se ha vuelto más difícil»

Monia Khaled, coordinadora de las actividades de agua y saneamiento de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Yemen. ©MSF/Dalila Mahdawi

Monia Khaled, coordinadora de las actividades de agua y saneamiento de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Yemen

«Los enfrentamientos y los ataques aéreos empezaron cuando estaba vacaciones. El área diplomática de Saná, donde se produjeron los peores enfrentamientos, está cerca de mi casa. El día que empezaron los combates, vi a muchos hombres armados instalando puntos de control en las calles. Las carreteras estaban completamente vacías, así que salí rápido con mis hermanas para conseguir comida y volvimos directamente a casa. Los enfrentamientos empezaron poco después.

Me quedé en casa con mi familia toda la semana. No podíamos salir, así que fue una suerte haber comprado todo lo que necesitábamos. Teníamos puestas las noticias a todas horas y contactábamos con nuestros familiares y amigos. Las noticias de cadáveres en las calles hacían que no nos sintiéramos seguros. Mi madre y mis hermanas dormían en el suelo de la habitación más segura de la casa, alejada de las ventanas. Mis familiares se vieron muy afectados: su casa de tres pisos sufrió muchos daños. Había francotiradores en los edificios de alrededor, así que tampoco podían salir de su casa, hasta que la casa vecina fue destruida por un ataque aéreo. Oí que una mujer no pudo ir al hospital para dar a luz. Otra familia permanecía atrapada en un edificio en llamas porque había muchos enfrentamientos en las calles. En ese tiempo, escuchamos historias horribles.

Un ataque aéreo destruyó parte del hospital Al Gamhouri, que apoya MSF, en Hajjah, Yemen. ©MSF

En los últimos dos años y medio, la guerra ha provocado muchos cambios por aquí, y ha tenido un gran impacto en la salud pública. Algunos medicamentos de los que dependen mis padres llevan dos meses sin estar disponibles. Nos hemos visto obligados a buscar otras medicinas de sustitución o a pedírselos a gente que sabemos que viene del extranjero. Las medicinas para corazón de mi padre solían ser fácilmente localizables, pero ahora es casi imposible encontrarlas, a la vez que el precio ha subido mucho. El precio de lo que hay cambia de un día para otro, dependiendo de la disponibilidad. Antes de los últimos enfrentamientos, el gas para cocinar costaba 4.500 riales yemeníes (15,2 euros, aproximadamente). Ahora cuesta 6.000 riales yemeníes (20,3 euros, aproximadamente). Los precios de la comida han aumentado tanto que la mayoría de la gente ya no compra fruta y se limita a los productos básicos para alimentar a su familia, lo que termina afectando a su salud. Yo apoyo económicamente a mi familia y la fluctuación de los precios nos afecta. Ahora intentamos ahorrar dinero para emergencias y nos limitamos a comprar lo necesario.

Muchas de las clínicas y hospitales de Saná han cerrado durante los enfrentamientos de este mes, pero la guerra en general ha complicado el acceso a atención médica. Durante el bloqueo, la gente que necesitaba salir del país para recibir atención médica tuvo que buscar otras vías para hacerlo o se quedó atrapada aquí. Como organización médica, Médicos Sin Fronteras (MSF) está haciendo mucho en Yemen, desde labores para garantizar agua y saneamiento, pasando por suministros y promoción de la salud y asistencia médica y humanitaria. Mientras muchas organizaciones abandonaron el país por los recientes brotes de violencia, MSF se quedó. Estamos en el terreno, codo con codo con la gente.

Ahora la situación es verdaderamente grave para muchas familias. Empezamos a notar realmente la guerra cuando la gente dejó de recibir sus salarios. Muchos trabajadores de la administración pública, como el personal del Ministerio de Salud, no cobra desde hace más de un año.

Cada día es una lucha: vivir se ha vuelto más difícil.

La última vez que hubo enfrentamientos en las calles fue en 2011. Creo que este tipo de enfrentamientos son peores que los ataques aéreos. Al menos con los bombardeos sabemos que suelen ir a por ciertos objetivos, así que podemos seguir saliendo, yendo al trabajo, etc. Pero con los combates en la calle es más complicado y no hay garantías de seguridad. Significa que morirán muchos civiles. Antes de los enfrentamientos, era optimista y pensaba que los problemas casi habían terminado y la guerra iba a acabar. Pero parece que las cosas se han puesto peor«.

 

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