Desnutrición infantil, tuberculosis y embarazos complicados en el centro de Somalia

Farhiya, de 11 meses, hija de Khadro Ahmed Abdi, en la sala de hospitalización pediátrica del Hospital Regional Mudug en la ciudad de Galkayo, en Somalia.Abdalle Mumin/MSF

Severas inundaciones afectaron varias regiones del país y obligaron a cientos de miles de personas a abandonar sus hogares. Una situación que ha desencadenado una crisis humanitaria de una población ya de por sí vulnerable tras décadas de conflicto.

Las regiones del sur y centro de Somalia están afectadas por inundaciones que han provocado cientos de miles de desplazados, una situación que ha agravado aún más la vulnerable situación de la población somalí tras décadas de conflicto continuado.

«Mi hija Farhiya estaba muy débil y no respondía, era como si se hubiera desmayado», dice Khadro Ahmed Abdi, de 28 años. «Cuando llegamos al hospital alrededor de las 3 de la tarde, estaba muy preocupada. Las enfermeras la llevaron a la sala de urgencias de inmediato”.

Cuando su hija de 11 meses enfermó, los vecinos de Khadro le aconsejaron que fuera al Hospital Regional de Mudug, a cinco horas de viaje de su aldea de Jira’le, en la región Somalí de Etiopía, dejando a sus ocho hijos mayores al cuidado de su marido. La familia, que se dedica al pastoreo, vive en una región afectada por la sequía y sobrevive con una sola comida al día.

Farhiya estaba severamente desnutrida y llegó inconsciente a Galkayo. Las enfermeras no perdieron ni un minuto en admitirla en el centro de alimentación terapéutica del hospital.

«Tras recibir atención médica adecuada y leche y galletas nutritivas (Plumpy’Nut, una pasta terapéutica y altamente calórica a base de cacahuete), mi hija mejoró y, dos días después, ya podíamos regresar a casa«, afirma Khadro. Sin atención médica, dice, muchos niños como su hija simplemente no sobrevivirían.

Sequía y violencia

Las altas tasas de desnutrición infantil son comunes en Somalia, especialmente entre las familias desplazadas forzadas a abandonar sus hogares por la violencia, la sequía u otras condiciones climáticas adversas y que, a menudo, se instalan en zonas urbanas deprimidas. Entre enero y agosto de este año, tratamos a casi 2.000 niños desnutridos en este hospital.

Las escasas precipitaciones en las estaciones lluviosas de los últimos años, exacerbadas por la pobreza y las duras condiciones de vida, han contribuido al aumento de las tasas de desnutrición. Este año, en Somalia, se estima que 903.000 niños menores de 5 años sufren desnutrición aguda, incluidos 138.000 que sufren de desnutrición severa, según Unicef.

Kawsar Ibrahim Osman, de 25 años, sostiene a su hijo de ocho meses, Bilal, en el centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados en el Hospital Regional de Mudug, en la ciudad de Galkayo, región de Mudug, Somalia.

Bilal, de 8 meses, yace junto a su madre en una cama en la sala de pediatría. Traído al hospital por nuestro equipo médico móvil desde su casa en el campo de desplazados de Bulo Ba’ley, Bilal se está recuperando de una diarrea acuosa aguda.

«Bilal tuvo diarrea durante tres días y estuvo muy deshidratado«, dice su madre, Kawsar Ibrahim, de 25 años, cuyos tres hijos mayores están en casa con su esposo, que se gana la vida con trabajos informales. “Le pusieron medicamentos inmediatamente después de que llegáramos. Han conseguido cortar la diarrea y mi hijo se encuentra mejor. Estoy muy contenta de que Bilal esté bien y pueda pronto volver a jugar en casa”.

Cinco días después de ser ingresado para recibir tratamiento, Bilal está listo para volver a casa.

Malas condiciones de vida y recién llegados

La ciudad de Galkayo está dividida en dos por una frontera administrativa, con las partes norte y sur pertenecientes cada una a un estado somalí distinto. A la población de la ciudad se añaden más de 100.000 desplazados internos procedentes de toda Somalia, que viven en campamentos con pocos recursos. Algunos han estado desplazados por años. El hospital que apoyamos ofrece atención médica gratuita a personas desplazadas, refugiados y comunidades locales que vienen de ambos lados de la ciudad.

«Galkayo ahora tiene más de 70 campamentos para personas desplazadas, y cada semana llegan más personas procedentes de regiones del país afectadas por la sequía y el conflicto», explica Bashir Muse Hassan, nuestro responsable adjunto de actividad médica en el Hospital Regional de Mudug.

“Nuestros equipos móviles visitan 23 de los campamentos casi todos los días, ofrecen atención médica básica y derivan a los pacientes con condiciones críticas al hospital. Las personas desplazadas no tienen suficiente agua o alimentos, por lo que hay un gran número de niños desnutridos«.

Un enfermero prepara leche para niños con desnutrición en el centro de alimentación terapéutica en el Hospital regional de Mudug en la ciudad de Galkayo, en la región de Mudug de Somalia.

Partos complicados

Los niños no son el único grupo vulnerable en Galkayo. En Somalia, las tasas de mortalidad materna se encuentran entre las más altas del mundo. Para el personal médico, así como para las familias de mujeres embarazadas, manejar las complicaciones durante el embarazo y el parto es un desafío enorme.

Deqa Awil Hassan, una madre de siete hijos de 32 años, dio a luz por cesárea recientemente, con el consentimiento de su familia, después de que los médicos le informaran de que no podría parir de manera normal.

“Estaba en mi semana 25 de embarazo cuando mi útero comenzó a sangrar. Primero me llevaron al hospital de Galdogob (ciudad somalí junto a la frontera con Etiopía) y, luego, los médicos me derivaron a este hospital”, dice Deqa, oriunda del distrito de Bokh, en la región Somalí de Etiopía.

“Este era mi séptimo embarazo y estaba un poco asustada. Afortunadamente, di a luz a un bebé sano. Estoy muy contenta de que tanto mi bebé como yo estemos bien. Quiero llamarle ‘Abdi Nasib’ porque tuvo la suerte de nacer vivo (el nombre compuesto significa literalmente ‘siervo del destino’).

El Dr. Abdullahi Mohamed Muse, médico de la sala de maternidad del Hospital Regional Mudug en la ciudad de Galkayo, Somalia, verifica el estado de Deqa Awil Hassan, una mujer que tuvo una cesárea.

En junio de 2019, nuestro equipo en el Hospital Regional de Mudug recibió a más de 170 mujeres que experimentaron complicaciones en el parto, además de otras 19 que necesitaban una cesárea de urgencia. «A partir de ese número, se puede comprender la importancia de estos servicios para la comunidad local», subraya Bashir.

El sangrado interno de útero es relativamente común en el embarazo, explica el obstetra Abdullahi Mohamed Muse, y solo el 30% de las mujeres con esta afección necesitan una cesárea. «Observamos y controlamos la condición para decidir qué intervención hacer para salvar la vida de las madres embarazadas y sus bebés», dice Abdullahi.

“Puede que tales operaciones (cesáreas de urgencia) solo sean necesarias cuando la vida de la madre embarazada está en riesgo. Tratamos de explicarlo para convencer a las familias de la importancia de salvar la vida de la madre y ayudar a reducir la alta tasa de mortalidad materna en Somalia«.

La enfermera Hawo habla con Awo Ahmed, una mujer embarazada de 38 años y otras dos mujeres que recibieron atención en el Hospital Regional Mudug en la ciudad de Galkayo, Somalia.

Tuberculosis

Nuestros compañeros en el hospital de Mudug también están trabajando para reducir el lastre de la tuberculosis, una enfermedad que se propaga fácilmente en condiciones de hacinamiento, como en los campamentos para personas desplazadas en Galkayo. En Somalia, el diagnóstico y el tratamiento a menudo no están disponibles o son propensos a la interrupción, lo que puede causar resistencia a los medicamentos.

En la actualidad, hay 172 pacientes inscritos en el programa, mientras que en la primera mitad de 2019 casi 100 pacientes completaron con éxito su tratamiento. A pesar de los logros, sigue habiendo desafíos. Nur Ahmed Nur, que ha dirigido el departamento de tuberculosis desde su inicio, sostiene que la falta de adhesión de los pacientes a los medicamentos puede convertirse en un problema. Para ayudar a prevenir esto, trabajamos con la comunidad y alentamos a los pacientes a traer a un pariente para que los apoyen durante todo el tratamiento.

«Este seguimiento nos ayuda a garantizar que los pacientes toman los medicamentos cada día«, asegura Nur. «Esto a su vez contribuye a evitar el desarrollo de formas de tuberculosis resistente a los medicamentos».

Fardowsa Hussein Hassan, de 40 años y vecina del norte de Galkayo, contrajo tuberculosis pulmonar. Ella completó con éxito su tratamiento en junio, pero regresa al hospital para chequeos regulares.

«Estaba muy débil y enferma cuando me llevaron al hospital en enero», dice Fardowsa. “Estuve tosiendo durante semanas y, cuando los médicos llevaron mi esputo al laboratorio, di positivo en tuberculosis. Inmediatamente me empezaron a tratar con medicamentos. Seis meses después, ahora he dado negativo. Estoy agradecida al hospital y a aquellos que integran el departamento de tuberculosis».

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