Refugiados sirios en Líbano: “Esta crisis no puede ser olvidada»

Con temperaturas bajo cero, un niño junta bolsas de plástico y otros materiales para utilizar como combustible, en el asentamiento improvisado de Khoder Hawash, en el valle de Bekaa, Líbano. © Ghazal Sotoudeh/MSF
Ghazal Sotoudeh/MSF

  La ola fría, brutal, ya ha pasado, pero los refugiados sirios que viven en el valle del Bekaa en Líbano continúan viviendo en condiciones deplorables, las mismas que en los últimos años. El invierno, la nieve, el hielo ya se han convertido en irrelevantes. En invierno, los refugiados se parapetan contra las noches heladas […]

 
La ola fría, brutal, ya ha pasado, pero los refugiados sirios que viven en el valle del Bekaa en Líbano continúan viviendo en condiciones deplorables, las mismas que en los últimos años. El invierno, la nieve, el hielo ya se han convertido en irrelevantes. En invierno, los refugiados se parapetan contra las noches heladas y los metros de nieve que hace que sus tiendas se hundan.
 
En verano, tienen que lidiar con calor extremo y árido. Las lluvias causan inundaciones y avenidas de barro. A lo largo de todo el año, disponen de escaso acceso a servicios médicos, en muchos casos necesitados de forma urgente.
 
“Han pasado casi ya cuatro años desde el inicio del conflicto”, dice Thierry Coppens, coordinador de proyectos en Líbano. “Tenemos a familias enteras viviendo en condiciones deplorables en asentamientos informales por todo el país”, -asentamientos en solares abandonados, edificios, garajes, o graneros. “El apoyo a esta población, muy vulnerable, debería ser constante”, dice Coppens. “Esta crisis no puede caer en el olvido”.
 
Una de las cuestiones de preocupación es la falta de acceso a cuidado médico de calidad y gratuito. Las necesidades son evidentes. En diciembre de 2014, los equipos de MSF en el Bekaa, realizaron 5.000 consultas y se espera que este número sea mayor en enero. “Las infecciones respiratorias han aumentado, como consecuencia directa de las bajas temperaturas y unas condiciones de vida muy pobres. La gente en estos asentamientos tiene un acceso muy limitado a agua y a higiene, así que los riesgos de que se propaguen enfermedades infecciosas son muy elevados. Y eso sin mencionar las dificultades que afrontan para conseguir comida, lo que también se traduce en problemas de salud”.
 
El personal de MSF no solo recibe pacientes en sus clínicas pero también acuden a los asentamientos para evaluar sus necesidades. Khaled Osman, trabajador social de MSF, visitó recientemente Khoder Hawash, donde ocho familias se han instalado, conformando uno de los asentamientos más pequeños y aislados del valle.
 
“¿Viste cómo nevó la semana pasada?”, dice una niña de ocho años llamada Asma. “Ahora que la nieve se deshace, nos quedamos viviendo en pantanos de barro. Hace mucho frío”.
 
Asma comparte una manta con su prima Sara, y ambas se pegan lo más posible a una estufa, cuyo combustible no va a durar mucho más de una hora. “Lo peor es por la noche”, explica Asma, “no tenemos leña suficiente para mantenernos calientes”.
 
Sara y Asma tienen una tos continúa y presentan fiebre de forme recurrente. Fueron tratadas en la clínica de MSF en Baalbek. “Me pregunto cómo lidian con semejantes niveles de miseria”, dice Khaled más tarde. Su trabajo consiste en visitar de forma regular a las familias más vulnerables para informar de sus necesidades y alentarles a acudir a la clínica cuando es necesario. “La gente hierve la nieve para obtener agua y utilizan cartones y plásticos que obtienen de la basura para calentarse. Muchos tienen estufas, pero no leña o carbón. En las tiendas se acumula el frío y muchos no disponen de suficientes mantas para todos los miembros de las familias. Los que más sufren entonces son los niños y los ancianos, que son los que más vemos en nuestras clínicas”.
 
Más al norte, los equipos de MSF esta semana también han distribuido material de protección contra el frío a refugiados sirios en el distrito de Akkar, donde la ayuda internacional es muy escasa. Los refugiados allí temen ser deportados de regreso a Siria. La distribución se centralizó en los pueblos más elevados de las montañas, donde las temperaturas han descendido dramáticamente. 900 familias en la zona, 4.700 personas, recibieron mantas, combustible y estufas.
 
 
En Líbano, MSF proporciona ayuda humanitaria a refugiados palestinos y sirios, así como a la población más vulnerable de las comunidades en que se asientan. MSF ofrece asistencia primaria básica, tratamiento para enfermedades agudas y crónicas, inmunización, servicios reproductivos y de salud mental. En 2014, los equipos llevaron a cabo más de 260.000 consultas.

 

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