Por qué rechazamos la donación de vacunas contra la neumonía que ofreció Pfizer

En abril de 2016 MSF llevó a las oficinas de Pfizer en Nueva York los nombres de las 400.000 personas que firmaron la petición para que bajen el precio de las vacunas de la neumonía a 5 dólares por niño ©Edwin Torres

Por Jason Cone

Por Jason Cone.

Recientemente tuve la difícil tarea de informarle a Ian Read, CEO de Pfizer, que Médicos Sin Fronteras rechazaba una importante cantidad de dosis de vacunas contra la neumonía (PCV) que la empresa ofrecía donar para los niños que atendemos. No tomamos esta decisión a la ligera ya que nuestros equipos médicos, que trabajan en el campo, son testigos todos los días del impacto que tiene la neumonía.

La neumonía se cobra la vida de casi un millón de niños cada año, por lo que es la enfermedad pediátrica más mortal del mundo. Aunque existe una vacuna para prevenir esta enfermedad, es demasiado costosa para que muchos países en desarrollo y organizaciones humanitarias, como la nuestra, la puedan obtener. Dado que son los únicos productores de la vacuna contra la neumonía, Pfizer y GlaxoSmithKline (GKS) son capaces de mantener el precio de la vacuna artificialmente alto; desde 2009, las dos empresas han ganado $36 billones únicamente por esta vacuna. Durante años hemos intentado negociar con las empresas para que disminuyan el precio de la vacuna. En vez de ello, nos han ofrecido donaciones.    

Te preguntarás, entonces, por qué preferimos pagar por la vacuna que obtenerla gratis. ¿Gratis no es mejor?

No. Gratis no es siempre mejor. Las donaciones suelen incluir numerosas condiciones y ataduras, incluyendo restricciones sobre las poblaciones de pacientes y zonas geográficas que tienen permitido recibir los beneficios. Este proceso puede retrasar el inicio de las campañas de vacunación, lo que sería una situación insostenible en entornos de emergencia, o poner importantes límites acerca de la población a la que puedes llegar.

Las donaciones también pueden socavar los esfuerzos a largo plazo destinados a aumentar el acceso a las vacunas y medicinas asequibles. Eliminan el incentivo para la entrada de nuevos productores al mercado cuando se absorben por medio de acuerdos de donación. Necesitamos la competencia de empresas nuevas para reducir los precios en general, algo que actualmente no tenemos para la vacuna contra la neumonía. Las donaciones a menudo se utilizan como un medio para hacer que otros paguen.

Al entregar sin costo la vacuna contra la neumonía, las corporaciones farmacéuticas pueden usarlo para justificar por qué los precios siguen siendo altos para otros, incluso para otras organizaciones humanitarias y países en desarrollo que no pueden costear la vacuna. Los países que continúan expresando su frustración ante la incapacidad de adquirir vacunas nuevas y costosas, como la PCV, también necesitan menores precios para proteger la salud de los niños.

Críticamente, las ofertas de donaciones pueden desaparecer tan rápido como aparecieron. El donante tiene el control final sobre cuándo y cómo elije regalar sus productos, con el riesgo de interrumpir programas si la empresa decide que ya no contribuyen a su propio beneficio. Por ejemplo, Uganda actualmente enfrenta una escasez nacional de Diflucan, un medicamento esencial contra la meningitis criptocócica, a pesar de que Pfizer se comprometió a donar los medicamentos al gobierno. Hay otros ejemplos similares de programas de donación de empresas que dejan a los gobiernos y a las organizaciones de salud dando tumbos, sin las herramientas médicas que necesitan para tratar a los pacientes.

Para evitar estos riesgos y limitar el uso de donaciones de productos médicos en especie, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras de las principales organizaciones mundiales de salud, como UNICEF y Gavi, la Alianza para Vacunas, tienen recomendaciones claras contra las ofertas de donaciones de las corporaciones farmacéuticas.
Las donaciones de productos médicos, como vacunas y medicamentos, podrían parecer buenas ‘soluciones rápidas’, pero no son la respuesta a los cada vez mayores precios de las vacunas que cobran los gigantes farmacéuticos, como Pfizer y GSK.

Sin embargo, existen momentos en que las abrumadoras necesidades pragmáticas exigen una solución a corto plazo. Tal fue el caso en 2014, cuando, tras cinco años de negociar los precios sin éxito, MSF acordó aceptar una donación única de Pfizer y GSK de sus vacunas contra la neumonía. Ésta fue una notable excepción a nuestra prohibición en la política de donaciones corporativas en especie que se decidió tras un amplio análisis, a fin de que los niños no estuvieran sin vacunar mientras se discutían los temas de asequibilidad y sustentabilidad. Pero al aceptar la donación, tanto Pfizer como GSK nos aseguraron que trabajarían sobre una solución a mayor plazo para los niños atrapados en las crisis y los países en desarrollo.

Finalmente, justo el mes pasado, en un giro importante (y después de años de negociaciones y meses de campañas públicas) GSK anunció que ofrecería su vacuna contra la neumonía para las organizaciones humanitarias al menor precio mundial (a 3 dólares por dosis, o sea 9.15 dólares por niño por las tres dosis necesarias para una vacunación completa). Éste es un paso importante hacia una solución sustentable para las organizaciones humanitarias que desean extender los beneficios de la vacunación contra la neumonía para los niños atrapados en las crisis.

Por el contrario, Pfizer no ha hecho concesión alguna sobre los precios y todavía no ha anunciado una solución significativa. Continúa ofreciendo donaciones que brindan exenciones fiscales para Pfizer, en vez de ofrecer una solución sustentable al disminuir el precio general de la vacuna. Aceptar la donación de Pfizer actualmente no ayudaría a los millones de niños viviendo en países como Irak, Jordania, Filipinas, Rumania y Tailandia, entre muchos otros, mientras sus gobiernos no pueden adquirir la costosa vacuna.

Ya no podemos vivir en un mundo donde una vacuna que protege a los niños contra la neumonía es un lujo; demasiadas vidas jóvenes están en riesgo.

Médicos Sin Fronteras no cree que nuestro trabajo médico, ni el trabajo de otras organizaciones humanitarias o gobiernos que intentan atender a su gente, deban estar a merced de la ‘buena voluntad’ de las corporaciones farmacéuticas.

Pfizer debe disminuir el precio de su vacuna contra la neumonía para las organizaciones humanitarias y todos los países en desarrollo a $5 las tres dosis por niño. Sólo entonces habremos dado un paso significativo hacia salvar la vida de los niños, tanto hoy como en el futuro. Sr. Read, espero escuchar pronto de usted que Pfizer está reduciendo el precio de la vacuna para los millones de niños que la necesitan. 

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