En un año signado por la pandemia de COVID-19 y por conflictos olvidados que afectan a personas vulnerables en todo el mundo, también tuvimos buenas noticias que nos alegra repasar.
ACNUR ya ha registrado un total de 45.000 llegadas, aunque es probable que el número sea bastante mayor, ya que muchas personas no han pasado por el proceso de registro.
La amenaza del coronavirus pone presión al sistema de salud del país, que ostenta una tasa muy alta de enfermos crónicos. En algunas zonas lejanas, las largas distancias dificultan el acceso a las personas a los centros de salud.
La bajada del precio por parte de Johnson&Johnson es un paso útil para que las personas con tuberculosis resistente a los medicamentos reciban el mejor tratamiento posible actualmente. El año pasado 120.707 personas se sumaron a la campaña mundial para que la corporación farmacéutica bajara el precio del fármaco. Ahora hacemos un llamado a los gobiernos.
La historia que nos relata nuestra médica Raquel desde Brasil refleja la extrema vulnerabilidad de 24.000 personas en São Paulo que luchan a duras penas contra la pandemia, pero también contra la desigualdad social y económica. Nadie debe quedar excluido de la línea de frente: debe ser global.
Esta noticia nos trae mucha alegría. Sin embargo, el brote de ébola en el noreste del país dejó a su paso casi 2.300 muertes y un sistema de salud aún más frágil. En una región donde las necesidades son enormes, la pandemia de COVID-19 trae efectos devastadores en el tratamiento de otras enfermedades.
Se encuentra en Khayelitsha, Ciudad del Cabo, el distrito de la capital que ha soportado la peor parte de las infecciones en todo el país: en un mes, aumentaron un 600%. El hospital de apoyo cuenta con 60 camas y tratará a pacientes con síntomas moderados y graves del nuevo coronavirus.
La falta de atención médica y la suspensión de las campañas de vacunación podrían costar la vida a cientos de miles de niños y niñas, especialmente a quienes viven en zonas con crisis humanitarias.