Níger: La deshumanizante experiencia del exilio

Saya, de 25 años, es una refugiada de Nigeria. Huyó de su aldea hace tres años y se asentó en un campo informal en Diffa, donde tiene que sobrevivir en condiciones precarias con sus cuatro hijas. MSF/Elise Mertens

Dodo Ilunga Diemu, un psicólogo originario de República Democrática del Congo, es el coordinador de los servicios de salud mental de MSF en Níger. En julio de 2015, Dodo formó parte del equipo que lanzó actividades de salud mental para personas desplazadas en la región de Diffa, en Níger.

Desde noviembre de 2016, Dodo y su compañero nigeriano, Yacouba Harouna, han estado trabajando codo con codo en Diffa para comprender y responder a las necesidades de la población. Dodo y Yacouba nos hablaron sobre cómo las necesidades de salud mental de la población han cambiado en los últimos años, y sobre lo que está haciendo MSF para abordar la situación.

¿Cuándo decidió MSF establecer actividades de salud mental en Diffa y por qué?

DODO: MSF empezó a trabajar en Diffa a finales de 2014. El proyecto se estableció para ayudar a los refugiados nigerianos y las personas desplazadas internamente, que habían escapado del conflicto entre los grupos armados no gubernamentales y los militares en la región.

En su momento, la situación humanitaria era crítica debido al desplazamiento masivo de civiles que llegaron a Níger prácticamente con las manos vacías. La mayoría de las personas también habían experimentado violencia debido al conflicto.

El impacto psicológico en la población era evidente: MSF decidió proporcionar servicios de salud mental en julio de 2015. El objetivo era aliviar el sufrimiento psicológico de estas personas y ayudarlos a que fueran capaces de tener las herramientas para enfrentar mejor la situación.

YACOUBA: Hemos desarrollado una serie de actividades de salud mental en los centros de salud apoyados por MSF. Entre las actividades se incluyen consultas individuales, terapia grupal y sesiones psicoeducativas durante las cuales trabajamos con los pacientes para ayudarlos a enfrentar los cambios en ellos mismos y en su entorno.

Debido a la constante movilización de las personas en el área, tratamos tener un impacto máximo durante el primer contacto con el paciente, porque no siempre sabemos cuánto tiempo podremos ayudarlos durante su proceso de recuperación.

¿Cuáles son las necesidades de salud mental actualmente? ¿Cómo ha evolucionado el proyecto en respuesta a ellas?

DODO: A pesar de la aparente calma debido a la disminución de los desplazamientos masivos, la situación sigue siendo muy tensa y hay incidentes de inseguridad regulares que continúan causando bajas civiles.

Además de esto, las actividades económicas están parcialmente limitadas por el estado de emergencia, dificultando la reconstrucción de viviendas y la reanudación de la vida de las personas; esto las hace muy dependientes de la asistencia humanitaria.

YACOUBA: Todo esto provoca sentimientos de gran inseguridad y angustia a las personas que viven en la zona – desplazados, refugiados o integrantes de las comunidades locales – de ahí la necesidad de mantener actividades de salud mental para brindarles apoyo psicológico.

Además de las actividades en sitios fijos, recientemente lanzamos un proyecto comunitario para llegar a las personas más vulnerables. Gracias a los trabajadores de salud mental de la comunidad, hemos aumentado nuestra presencia en los sitios para desplazados internos, en las escuelas, en los puntos de reunión de la comunidad (puntos de abastecimiento de agua, por ejemplo) y en otros lugares clave. Estos trabajadores de salud mental aumentan la sensiblización de la población y realizan sesiones psicoeducativas directamente dentro de la comunidad, para ayudar a identificar a más personas necesitadas y garantizar el seguimiento de los pacientes a través de visitas domiciliarias.

¿Cuáles son los principales síntomas que tratan? ¿Son los mismos en adultos y niños?

Yacouba: Estar obligado a abandonar tu hogar y comenzar en un nuevo lugar sin la mínima idea de cuánto dudarás ahí, es muy desestabilizador.  La experiencia de ser exiliado es deshumanizante para las personas en muchos niveles; pierden todos sus puntos de referencia: psicológicos, sociales y materiales. Deben reconstruir todo, aprender todo de nuevo.

En Diffa es muy común encontrarse con antiguos pescadores o granjeros de las islas en el Lago Chad, quienes anteriormente tenían recursos y estatus significativos en sus comunidades. Ahora realizan otros trabajos ocasionales, o tienen que enviar a sus hijos a trabajar en lugar de enviarlos a la escuela para ganar lo suficiente para sobrevivir.

Dodo:  Esta ruptura es a menudo brutal debido a la altamente volátil situación de seguridad y la falta de certeza a largo plazo, causando trastornos psicológicos para desarrollarse. Muchos de nuestros pacientes muestran síntomas de estrés postraumático, nerviosismo excesivo, miedo permanente, estado de hipervigilancia, depresión y pérdida de apetito, tanto literal como figurativamente.

Además de estos síntomas, los adultos tienden a desarrollar un fuerte sentimiento de culpa que conduce a un deterioro de su autoestima y sentimientos de aislamiento.

En los niños, observamos comportamientos de regresión: mojan las sabanas, no juegan con otros niños y se aferran a sus madres.

Por su parte, los adolescentes podrían involucrarse en conductas delictivas en un intento de rebelarse contra la situación, rechazando cualquier forma de autoridad o abusando de las drogas y el alcohol.

¿Cómo se puede llegar a los jóvenes con actividades de salud mental?

Dodo: A pesar de que todos han experimentado situaciones similares, los niños y adolescentes son particularmente vulnerables porque siguen desarrollándse cuando estos eventos traumáticos ocurren. Por ello, llegar hasta ellos y atenderlos es un verdadero desafío. En 2017, los niños representaron entre el ocho y el nueve por ciento de nuestros pacientes. Es por eso que este año decidimos fortalecer nuestro enfoque para el grupo de edad de cinco a 15 años.

Yacouba: Esta es una de las razones por las que lanzamos la respuesta de salud mental a nivel comunitario.  Al ir directamente a los lugares donde las personas viven y pasan su tiempo, los trabajadores sanitarios pueden detectar a los niños y adolescentes necesitados. Según la edad y los trastornos identificados, pueden referir a los pacientes a diferentes servicios como actividades como dibujo, baile, historias y juegos, o s consultas familiares y terapias de grupo.

Los trabajadores comunitarios, también organizan sesiones de capacitación para los padres, educadores y cualquier otra persona que pueda beneficiarse de aprender las señales de advertencia de salud mental en los jóvenes.

En un periodo de tiempo corto ya vimos un gran progreso. En abril, por ejemplo, los niños y adolescente representaron más del 41% de nuestros pacientes (256 niños). Lo cual, nos motiva a continuar el proyecto porque demuestra que existe una necesidad real entre la población.

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