Tras 13 años de guerra en Siria y la caída del régimen de Assad, más de 7,2 millones de personas desplazadas en Siria viven en condiciones precarias. Las personas viven en campamentos sin servicios básicos, como calefacción y electricidad.
Como resultado, las quemaduras causadas por métodos de calefacción inseguros son comunes aquí. Nuestros equipos tratan cada año a miles de víctimas de quemaduras graves en su hospital de Atmeh, en el noroeste de Siria.
Desde los severos recortes de financiación estadounidenses aplicados por la administración Trump este año, las condiciones han empeorado y han obligado al cierre de muchos centros de salud.
Ahora es necesario garantizar un aumento de la ayuda financiera a las personas desplazadas en Siria para poder dar una respuesta integral a los millones de sirios que necesitan asistencia humanitaria.
Un invierno sin protección en los campamentos

Como muchas personas desplazadas en Siria, Mohammed vive en un campamento sin servicios básicos.
Antes de que se incendiara, la tienda de Mohammed era como otras miles repartidas por las tierras de cultivo empapadas por la lluvia cerca de la frontera entre Turquía y Siria. Acurrucados bajo unas lonas de plástico húmedas, él y su familia bebían té y se calentaban con una vieja estufa de leña.
Como muchos campamentos del noroeste de Siria, Anin Al Sahel se encuentra en una zona remota y montañosa.
Los servicios básicos, como la calefacción y la asistencia sanitaria, son escasos, y los inviernos son duros.
Las temperaturas bajo cero y las fuertes lluvias convierten el suelo en barro. Mientras que los vientos fríos azotan las frágiles tiendas de campaña que albergan a miles de familias y personas desplazadas en Siria.
Una chispa que lo cambió todo

En uno de esos días de invierno, Mohammed intentó encender la estufa de leña con gasóleo, un combustible muy utilizado en los campamentos por su bajo coste y disponibilidad.
Cuando vertió el combustible de un bidón de plástico sobre la leña, el recipiente explotó.
«Apenas había medio litro de gasóleo en la botella cuando explotó. Las llamas comenzaron a consumir mi cuerpo, desde los pies hasta las manos. Cuando mis manos se incendiaron, fui incapaz de apagar las llamas».
Ahora, mientras se recupera en una cama de hospital en Atmeh, al noroeste de Siria, Mohammed tiene los brazos y las manos vendados. Recuerda el pánico que sintió cuando las llamas envolvieron la tienda en cuestión de segundos y sus hermanos se apresuraron a apagar el fuego con mantas.
Fue trasladado de urgencia al hospital Al Sahil para recibir tratamiento de emergencia. Luego, al hospital de quemados de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Atmeh, el único centro especializado de la región.
El único hospital de quemados en la región

La historia de Mohammed es trágicamente común en esta región de Siria. En 2012, inauguramos una unidad de quemados en Atmeh. Nuestro objetivo: tratar a las numerosas personas desplazadas en Siria que habían resultado heridas por incendios y agua hirviendo.
Durante los últimos años, se ha transformado en un hospital quirúrgico y de rehabilitación. En 2024, recibió 8340 urgencias relacionadas con quemaduras, una media de 23 pacientes al día.
Quemaduras y abandono: la historia de Alia

Al igual que millones de sirios, Alia y su familia huyeron de los bombardeos durante la guerra civil en Siria y se instalaron en el campamento de Al-Salata, en Khirbet Al-Jouz.
Su casa quedó destruida y su pueblo sigue plagado de minas terrestres. Desde la caída del régimen de Assad en 2024, no han podido regresar.
«La gente de los campamentos lo necesita todo, incluso el suministro de agua se ha cortado desde la liberación de Siria», dice Alia. «Han sido 13 años de frío, hambre y sufrimiento».

Un miembro del personal de MSF trabaja en una máscara compresiva impresa en 3D, que se utiliza para tratar cicatrices e hinchazón, y mejora el movimiento y la recuperación de los pacientes.
Al igual que Mohammed, Alia sufrió quemaduras mientras echaba gasóleo en una estufa. Pasó dos semanas en el hospital de MSF sometiéndose a cirugías y cambios diarios de vendajes. Pero sigue viviendo en las mismas condiciones peligrosas que le causaron las lesiones.
«Tengo tres hijos y su padre es anciano. No sé cómo voy a arreglármelas. Sin agua, sin ayuda… la vida se ha vuelto muy difícil en los campamentos».
Recortes de fondos que dejan vidas en riesgo: millones desplazados y sin acceso a salud básica

Se estima que 7,2 millones de personas siguen desplazadas en Siria tras más de 13 años de guerra. La mayoría vive en campamentos sin electricidad, calefacción ni agua potable.
Para empeorar las cosas, los recortes de fondos del Gobierno de Estados Unidos, promulgados bajo la administración Trump, han restringido gravemente el acceso a la atención sanitaria.
A finales de febrero de 2025, 4,4 millones de personas en nueve provincias de Siria se han visto afectadas por los recortes de fondos de Estados Unidos.
Estos recortes han provocado el cierre de más de 150 centros de salud. Entre ellos 19 hospitales, 97 centros de atención primaria, 20 equipos móviles y 15 centros especializados.
Además, una evaluación reciente realizada en el noroeste de Siria reveló que los recortes en la ayuda exterior han afectado a 178 centros de salud en las provincias de Idlib y Alepo.
«Antes había centros de salud y hospitales», dice Mohammed. «Ahora, la mayoría han cerrado. Incluso el hospital materno-infantil cerró después de que se recortara su financiación».
Un hospital que sigue en pie entre los escombros

Con pocas alternativas, el hospital de MSF en Atmeh sigue siendo un salvavidas fundamental para las personas desplazadas en Siria. Ofrece cirugía, fisioterapia, atención de salud mental e incluso máscaras faciales impresas en 3D que reducen las cicatrices y mejoran la recuperación.
«En el hospital de MSF, las enfermeras me cambian los vendajes. Me han operado dos veces: desbridamiento [el proceso de eliminar la piel muerta y el material extraño de una herida] e injerto de piel», explica Mohammed. «Pero vivo en la zona rural de Jisr al-Shughur y tengo que recorrer un largo camino para llegar al hospital».
A pesar de la caída del régimen de Assad, personas como Mohammed y Alia siguen sin poder volver a casa.
Las minas terrestres, la infraestructura destruida y la falta de servicios básicos los mantienen atrapados en campamentos. Mientras que los recortes de fondos del Gobierno estadounidense han agravado una situación ya de por sí desesperada.
«Solo quiero que la vida vuelva a la normalidad y que nuestras zonas vuelvan a recibir servicios», dice Mohammed. «Llevamos 13 años sufriendo».