Entrevista a Jean François Saint-Sauveur, médico de MSF, antes de partir hacia Haití

«Intentan hablar, pero no logran expresarse. Se quedan quietos y con la mirada perdida. Permanecen en silencio, sin voz, en estado de shock.» Por Fernando Calero / MSF ¿Cuáles son las prioridades de los equipos que están partiendo estos días hacia Haití? Durante estos días estamos viajando varios compañeros hacia Haití para reforzar a los […]

«Intentan hablar, pero no logran expresarse. Se quedan quietos y con la mirada perdida. Permanecen en silencio, sin voz, en estado de shock.»
Por Fernando Calero / MSF

¿Cuáles son las prioridades de los equipos que están partiendo estos días hacia Haití?

Durante estos días estamos viajando varios compañeros hacia Haití para reforzar a los equipos que llevan trabajando desde el mismo momento en que ocurrió el terremoto. En total estamos saliendo unas 150 personas de distintos países, que se unirán a los cerca de 800 compañeros que ya trabajaban en Puerto Príncipe antes de la tragedia.

Nuestro principal objetivo es estabilizar a los heridos, reestablecer los servicios que estábamos prestando hasta hace apenas unos días (obstetricia, cirugía, rehabilitación, atención primaria en algunos de los barrios más pobres ce la ciudad….), ayudar a que haya un sistema de referencia para que la gente que necesita atención pueda disponer de ella lo antes posible, salvar esas vidas que aún es posible salvar, evaluar la situación de salud mental de la población y, en general, dar todo el apoyo que podamos a aquellos que ahora mismo lo necesitan.

El componente de salud mental es muy importante en emergencias como esta. ¿Podría explicarnos cuáles son los principales traumas que tiene que afrontar la población tras un terremoto?

Tras una catástrofe como esta, hay mucha gente que cuando le preguntas qué síntomas tiene no sabe ni qué decir. Intentan hablar, pero no logran expresarse. Se quedan quietos y con la mirada perdida. Permanecen en silencio, sin voz, en estado de shock.

No sólo está la gente que se encuentra bajo los escombros o que han podido ser rescatados, sino también todos aquellos que sufren la angustia de no poder hablar con sus familiares, de no saber qué va a ser de ellos. Muchos no saben si sus familiares están vivos o muertos. Otros ni siquiera encuentran la forma de poder averiguar dónde han sido trasladados sus seres queridos en el caso de que hayan sobrevivido al seísmo. No sabe siquiera si podrán ver a sus familiares o amigos fallecidos o si podrán enterrarles. Este tipo de tragedias son de lo más traumático que se puede encontrar, porque ya no es sólo el daño físico que puedan sufrir los afectados, que muchas veces es muy grave, sino también el daño psicológico.

Tras permanecer atrapados bajo los escombros, muchas personas sufren lo que llamamos “síndrome de aplastamiento”. ¿Podría explicarnos en qué consiste realmente?

Es un síndrome que afecta a todo el organismo, pero sobre todo al sistema renal y en países como Haití es muy difícil tratar a los afectados, pues no hay hospitales que tengan capacidad de hacer tratamientos de diálisis. Ni siquiera en el hospital nacional existe esa posibilidad. Cuando una persona ha pasado varios días atrapada bajo los escombros, sus músculos, que han sufrido roturas o desgarros, han estado liberando toxinas al resto del organismo. Por ello, aunque el daño no se aprecie ha simple vista, las consecuencias pueden ser muy graves. Se requiere una atención muy especializada que afortunadamente algunos organismos como MSF pueden proporcionar en momentos como este.

¿Cómo se encontraba el sistema sanitario en Haití antes del terremoto?

Como sabemos, Haití es uno de los países más pobres del mundo; probablemente el más pobre del hemisferio norte, así que, en mi opinión, hablar de sistema de salud sería mucho hablar. En realidad es un sistema de por sí colapsado, un sistema que intenta poco a poco funcionar pero que a duras penas lo consigue. Lo cierto es que la atención médica que se daba antes de la catástrofe era proporcionada mayormente por las ONG y por diversas organizaciones tanto laicas como religiosas. El sistema público tenía una cobertura de menos del 50% de la población y los pocos servicios médicos públicos que funcionaban aplicaban políticas de recuperar los costes, así que la gente no tenía acceso a ellos y por ello acudían a organizaciones como MSF. En muchos lugares del país, nuestra organización era la única que prestaba atención especializada gratuita tanto en maternidad, como en cirugía, traumatología y rehabilitación.

¿Cuál va a ser su trabajo en Haití?

MSF lleva mucho tiempo en Haití trabajando en programas regulares, todos ellos orientados a atender a la población afectada por los traumas que ha sufrido el país desde hace años. Los problemas políticos, la inestabilidad y la alta mortalidad materno-infantil son factores que se han convertido en crónicos, por lo que el trabajo que haremos los que vamos ahora servirá para reforzar el de los equipos que ya estaban allí antes de la emergencia, ya que no han tenido un solo minuto de descanso durante todos estos días. La situación que nos vamos a encontrar, como todo el mundo está viendo, es catastrófica. Hay mucha gente con necesidad de cirugías, recibiremos muchísimas consultas de ortopedia, muchas heridos están al borde de la muerte y tendremos muchas dificultades de acceso a la gente que está afectada. Los compañeros cuentan que hay colas enormes de gente esperando a ser atendida. Las necesidades son enormes y sin duda nos sobrepasan. Aún así, en el primer día y medio después de la catástrofe, ya habíamos atendido a 2.000 personas.

¿Existe un riesgo real de que se propaguen epidemias durante estos primeros días?

En este momento la prioridad sigue siendo sacar a la gente que quede con vida bajo los escombros y salvar el mayor número de vidas posible de aquellas personas que han resultado gravemente heridas. En los primeros días tras un terremoto, como la gente no ha muerto por causa de alguna enfermedad infecciosa, no hay riesgo real de epidemias, aunque claro, es algo que está latente y que según vayan pasando los días, habrá que tener en cuenta. Hay que tomar las decisiones correctas en cuanto qué hacer con los cuerpos de los fallecidos y con los restos de seres humanos, pero también hay que tener muy en cuenta todo aquello que está bajo los escombros, como restos de animales o de comida. Eso sí, todo eso es en un segundo plazo. La prioridad ahora es salvar a la gente porque el riesgo de epidemias durante los primeros días no es tan alto. Además ahora estamos en una época relativamente seca, lo cual ayuda un poco a que todo esto no empeore aún más. Es también muy importante el intentar garantizar que la gente disponga de agua potable y por ello estamos enviando estos días hacia Haití a muchos expertos en agua y saneamiento.

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