Para mediados de mayo, el país había registrado más de 70.000 casos confirmados y, aunque oficialmente se informaba de menos de 2.500 muertes, las cifras de exceso de mortalidad apuntaban a una crisis sanitaria sin precedentes. Se cerraron las fronteras, se declaró el estado de alarma y se impuso una cuarentena estricta y el toque de queda. Apenas tres meses más tarde, en agosto, había más de medio millón de casos confirmados y habían fallecido 26.000 personas.
MSF trabajó en Perú entre julio y octubre de 2020. En colaboración con los servicios de salud del País Vasco (España), enviamos un equipo de personal médico y de enfermería con experiencia en el manejo clínico de pacientes con COVID-19. El propósito de nuestra intervención era compartir los conocimientos adquiridos por una parte en nuestras respuestas al COVID-19 en otros países y, por otra, en el manejo de enfermedades epidémicas como el Ébola.
Se asignaron equipos de especialistas a los hospitales de Tarapoto (en el departamento de San Martín), Huánuco y Tingo María (ambos en el departamento de Huánuco), para dar apoyo a los servicios de cuidados intensivos, las urgencias y la hospitalización. En estos hospitales y en varios centros en los departamentos de Lima y Amazonas, MSF también ayudó a preparar circuitos y zonas segregadas, para reducir el riesgo de contagio en personal y pacientes sin COVID.
Nuestro objetivo en los departamentos de Amazonas y Loreto fue ayudar al sistema de atención primaria a garantizar un manejo clínico adecuado, una buena promoción de la salud, el seguimiento de contactos y la detección de síntomas, y al mismo tiempo evitar la administración de medicamentos no adecuados y el riesgo de contagios en el personal. Con este fin, nos desplazamos a los centros de salud, para capacitar a su personal y asegurarnos de que los servicios estuvieran correctamente adaptados. Además, donamos medicamentos, equipos de protección individual y otros insumos médicos.