Ucrania: “La población se siente abandonada”

Foto de Emilie Rouvroy, coordinadora de MSF en Luhansk, en el este de Ucrania.  © Aleksandr Leonidovich© Aleksandr Leonidovich

Testimonio de Emilie Rouvroy, coordinadora de MSF en Luhansk, en el este de Ucrania.

 

Los combates se han intensificado dramáticamente desde la pasada semana y la situación se deteriora con rapidez. En los últimos cinco días, se han registrado combates intensos y escuchamos el constante retumbar de explosiones y de disparos. Hemos recibido informaciones que hablan de que más de 70 casas habrían resultado dañadas o totalmente destruidas, en la última semana, y de un gran número de hospitales afectados desde que el conflicto estallara en verano. Esta semana, una institución psiquiátrica a la que estábamos prestando apoyo ha sido totalmente destruida. Cada vez está resultando más y más complicado llegar a las áreas en disputa. El pasado lunes, los puestos de control que permiten el acceso a las áreas controladas por rebeldes estaban cerrados; nadie podía atravesarlos.

Médicos desesperados por la falta de material

Las líneas de suministro médicos se han cortado y ni un medicamento puede llegar a estas zonas, una situación que se prolonga ya desde hace meses. Cuando MSF comenzó a trabajar aquí, en el pasado mes de mayo, nos centramos en abastecer de provisiones a los hospitales en el frente, con equipos y material especial para atender heridos de guerra. Obviamente, en una zona de conflicto, es en el frente donde los heridos son más graves y donde se producen más muertes.

Tras meses de guerra, la presión sobre el sistema de salud es evidente y el conflicto impacta ya a toda la población de la zona. Cuidados de salud básicos, atención neonatal, partos, tratamientos para enfermedades crónicas, todo resulta afectado. Cuando visitas los hospitales o los centros de salud, compruebas que muchos de ellos se encuentran vacíos porque los médicos no disponen de material suficiente. Tan pronto como obtenemos suministros, los distribuimos. Pero no es suficiente. El mayor problema es que no hay más fármacos psiquiátricos ni anestésicos para las cirugías. Los médicos están desesperados por la falta de material.

“Tratamos a los pacientes con palabras”

No son solo los medicamentos. He visitado orfanatos, residencias de ancianos e instituciones para discapacitados psíquicos y físicos y he visto a los pacientes muy débiles, no están recibiendo comida suficiente. Se encuentran al amparo de donaciones y de la buena voluntad de la población local, pero su situación es límite. Un día reciben un saco de patatas y, al día siguiente, un saco de coles. Cuando visitas sus cocinas, hay siempre algo de comida en el fuego, pero las neveras se encuentran vacías.

La directora de uno de los geriátricos que visitamos la pasada semana, rompió a llorar frente a nosotros: “Seguimos aquí, seguimos intentándolo – dijo – pero estamos tratando a la gente con palabras”.

Hay escasez de todo: de material de limpieza, jabón… incluso de pañales. Si no tienes pañales, la consecuencia es que miles de personas en geriátricos, orfanatos y centros para discapacitados acaban viviendo y durmiendo sobre sus excrementos.

Pero resulta imposible encontrar pañales aquí. Hemos pedido más de diez mil, pero no es suficiente, se necesitan millones. Y ahora que los desplazamientos hacia las zonas de conflicto se han cercenado va a ser mucho peor.

La gente está traumatizada

Los meses de conflicto se han cobrado un peaje enorme en la salud mental de las poblaciones que viven a ambos lados del frente. Recientemente visité un pueblo que se encuentra a apenas 500 metros del frente y que ha sufrido reiterados bombardeos. El resultado: casas destruidas, sin electricidad y sus habitantes traumatizados.

El director del hospital nos pidió que ayudáramos a su personal, porque están bajo tal tensión que no se ven capaces de tratar a nadie. Hemos enviado a nuestro equipo de psicólogos y esperamos poder aumentar nuestras actividades de salud mental. En otro pueblo, a diez kilómetros, el alcalde lloraba mientras hablábamos con él; la situación se le había tornado demasiada dura. Desde nuestra visita ha habido más bombardeos. Vamos regresar a hacer más donaciones para tratar a los heridos de guerra, proporcionar mantas y material de higiene.

Resistiendo apenas

La gente de la zona no ha recibido sus pensiones desde hace seis meses. Se han quedado sin dinero y en la zona no hay industria. Esta guerra ha destruido tanto. Los médicos continúan trabajando. Algunos caminan cada día durante más de una hora porque no tienen el dinero para pagar el transporte. Trabajan gratis, tampoco han recibido sus salarios desde hace medio año. Lo único que mantiene el sistema es su compromiso y dedicación con su comunidad y sus compañeros. Impresiona esta solidaridad. Aunque no se le puede pedir a la gente que continúe así durante mucho más tiempo. Resisten, apenas. Es cuestión de tiempo antes de que se derrumben del todo.

Hay muchos aspectos terribles de esta guerra, pero una de los más duros es saber que la gente se siente abandonada. Están agradecidos por nuestra presencia aquí, pero allá donde vamos, nos preguntan: “¿Dónde están los demás?, ¿Dónde están los periodistas?, ¿Dónde, la comunidad internacional? Aquí la gente muere cada día”.

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