Terremoto en Chile: MSF brinda apoyo psicológico a través de talleres y capacitaciones para ayudar a la población a superar el temor

Frente a la situación de extrema tensión en la que se mantiene la población chilena como consecuencia de las fuertes réplicas que siguieron al terremoto del pasado sábado 27 de febrero, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha fijado como una de sus prioridades la atención de salud mental a la población. Además, las noches más frías […]

Frente a la situación de extrema tensión en la que se mantiene la población chilena como consecuencia de las fuertes réplicas que siguieron al terremoto del pasado sábado 27 de febrero, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha fijado como una de sus prioridades la atención de salud mental a la población. Además, las noches más frías y la posibilidad de próximas lluvias aceleran el reparto de lonas de plástico para refugios y mantas a las personas que han sufrido daños en sus casas y muchas veces se encuentran acampando en el exterior.

El equipo de psicólogos de MSF se encuentra realizando consultas psicológicas directas, talleres psicosociales a diversos grupos, y debriefings emocionales al personal médico. También brinda apoyo a las autoridades locales a través de capacitaciones a los voluntarios que se desplegarán por las zonas afectadas para brindar atención psicológica a los damnificados.

Los temblores continúan quince días después del primer terremoto. Varios de ellos son de alta intensidad, y éstos están provocando un gran impacto en la población, que con cada nueva réplica parece revivir el temor sufrido en el primer seísmo. María Eugenia Mesa trabaja en el hospital de Hualañé, que ha sido parcialmente destruido y sólo cuenta con un ala en funcionamiento, por lo que los heridos que requieren hospitalización deben ser derivados a centros de salud de localidades vecinas. Ella explica que no llegan muchos pacientes con heridas físicas como consecuencia del terremoto, pero que si reciben muchas personas con ataques de pánico. Luego enfatiza: “Yo también les tengo pánico a los terremotos. De noche, si se produce un movimiento un poco fuerte, enseguida salgo corriendo para dormir afuera”. Tanto en ella como en sus colegas se evidencia el impacto emocional que produce esta situación. María Eugenia participó de un taller grupal de MSF junto con miembros del staff de su hospital, con el objetivo de ayudarla a ella y a otros como ella a expresar su angustia.

“El personal médico está particularmente afectado, porque no sólo les toca manejar su propia carga emocional, sino también la de sus pacientes”, explica Lina María Peñaranda, psicóloga de MSF. “En los trabajos en grupo que hemos desarrollado ellos han podido ver que no son los únicos que albergan esos sentimientos, y así han podido validar sus emociones. Pueden aprender a ver lo que les sucedió como una oportunidad y no sentirse más como víctimas”.

Este panorama se repite en gran parte de la población. MSF realizó una actividad psicosocial en un hogar de ancianos, donde todos se encontraban muy agitados, después de que el albergue colapsara y uno de sus habitantes falleciera. También se han realizado intervenciones con mujeres, niños y hombres pescadores en los campamentos de la costa, donde se evidenció la dificultad para conciliar el sueño, la falta de apetito, y el temor de las personas de regresar a sus casas.

Otra gran preocupación, sobre todo para el personal docente, es como enfrentar y manejar el estado psicológico en que llegarán sus alumnos, cuando comiencen las clases en las próximas semanas. Alejandro Cabello es profesor de religión y cuenta la situación de las familias en el pueblo costero de Iloca. “Los niños están muy afectados, muchos se encuentran viviendo en tiendas en las zonas altas de los cerros, porque sus casas han sido arrasadas. Los docentes nos preguntamos, por un lado, como sostenemos a los alumnos en el aula y, por el otro lado, el deseo de comenzar las clases está latente en todos nosotros”. Ante una situación de este tipo, explica Lina María Peñaranda, los maestros deben dejar que los niños expresen sus miedos. MSF estará coordinando un taller para docentes en Licantén, donde se les darán herramientas para permitirles identificar comportamientos que pueden presentarse en sus alumnos durante este período, y en el que se les brindarán estrategias para acercarse y contener a los niños.

“El stress que producen los temblores también ha afectado la salud física de los pacientes, especialmente de las personas que padecen enfermedades como epilepsia, diabetes o hipertensión”, explica el doctor Franking Frías, que forma parte del equipo médico de MSF en Chile. “Con los terremotos, este tipo de pacientes tiende a descompensarse, y a esto se le suma que durante el seísmo muchos de ellos perdieron sus medicamentos”. Asimismo, un equipo de MSF que trabaja en la zona costera cercana a Concepción, y que ha realizado consultas médicas espontáneas en los campamentos, señala que una de las principales afecciones encontradas se relaciona con síntomas vinculados a cuadros de ansiedad.

La distribución de kits sanitarios e insumos médicos

Si bien hay muchos hospitales dañados en las zonas afectadas por el terremoto, en general estos muestran una buena capacidad de respuesta y cuentan con personal sanitario. Ante esta situación, los profesionales médicos de MSF cubren algunas necesidades puntuales de atención, o realizan consultas durante su recorrido a personas que no quieren dejar sus casas para acercarse a un centro de salud. Las donaciones puntuales de medicamentos a hospitales que realiza MSF ayudarán a que el sistema no sufra desabastecimiento.

MSF también centra gran parte de sus esfuerzos en la distribución de kits de higiene, lonas de plástico para refugios y mantas en zonas previamente recorridas por personal de la organización, donde se conversó con las autoridades y se identificaron necesidades de la población. Uno de los que ha recibido un kit es Eugenio, que vive junto a su esposa, su padre y tres hijos pequeños en una casa sobre la autovía, en las afueras de Licantén. Si bien su vivienda continúa en pie, muchas habitaciones presentan importantes grietas. Como la estructura aún no ha podido ser revisada por expertos en ingeniería para determinar su resistencia, Eugenio y su familia, que incluye a dos niños de nueve y tres años, y a un bebé de un año, duermen en una pequeña tienda delante de su casa. “Estamos muy nerviosos con cada temblor; los pequeños se la pasan llorando”, dice Eugenio mientras muestra el estado en que ha quedado su casa.

Son voluntarios de los propios pueblos devastados quienes están ayudando a distribuir donaciones a las personas que, como Eugenio y su familia, han resultado afectadas. La mayoría de estos voluntarios también ha sufrido daños materiales o psicológicos por los terremotos, y mantenerse activos puede ayudarlos a recuperarse. “Siempre se recomienda a la gente en estas situaciones que tenga una actividad o ayude a otros, porque así no se detienen tanto tiempo a angustiarse y a pensar en que el seísmo puede regresar”, explica Lina María Peñaranda.

La gran solidaridad y el espíritu de colaboración del pueblo chileno es evidente en todas las zonas afectadas. Por la autovía de Santiago a Talca, numerosos camiones e incluso autos particulares, portando banderas chilenas, se dirigen hacia el sur cargados con materiales y productos juntados en colectas. Médicos, enfermeros y psicólogos voluntarios, estudiantes universitarios, y los propios habitantes de los municipios afectados, tanto adultos como jóvenes y niños, contribuyen a brindar diversos tipos de ayuda. “Veo a todo el país comprometido con la reconstrucción; es una población que va a empujar para adelante”, señala Carlos Haro, coordinador general de la intervención de MSF en Chile.

Agradecimiento

La oficina de MSF en Argentina quiere además hacer llegar su agradecimiento a la compañía aérea LAN Argentina por la colaboración brindada, facilitando el traslado sin cargo hacia Santiago de los profesionales médicos y logistas de la organización que se encuentran realizando la misión exploratoria en Chile. El equipo de MSF en el país está compuesto por médicos, enfermeros, psicólogos, logistas y un coordinador, provenientes de Argentina, Bolivia, Panamá, México, España y del propio Chile.

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