Mi vida como mecánica móvil en Sudán del Sur

Alexandra y su colega Norris. Alexandra Schuster

Alexandra Schuster es austriaca, trabaja como “mecánica móvil” en Sudán del Sur, viajando a través del país para brindar soporte técnico de urgencia que permite mantener a los proyectos médicos en funcionamiento. En este blog, comparte la experiencia en su primera misión con Médicos Sin Fronteras.

A la noche, cuando finalmente te acostás en la carpa debajo del mosquitero y tratás de dormirte escuchando los grillos y las ranas, sabés que estás en el medio de la naturaleza.

De repente, el sonido constante del generador se para.

Urgentemente prendés la linterna, sacudís los zapatos (para comprobar que no tengan escorpiones ni ningún animal escondido adentro), y rápidamente te dirigís a la sala donde se encuentra el generador.

Si fuera solo por la luz, no sería tan dramático, pero en este caso, el hospital y todos sus equipos están conectados a esta única fuente de energía. Si el generador se detiene, ni siquiera el quirófano tiene electricidad.

El equipo de logística

Yo doy apoyo a los proyectos en Sudán del Sur como “mecánica móvil”, formo parte del equipo de logistas, las personas que se ocupan de los aspectos prácticos, no médicos, de un proyecto. Creo que muchas veces las responsabilidades más grandes recaen sobre los logistas.

Los logistas organizamos las operaciones diarias del proyecto. Las responsabilidades incluyen ocuparse de tecnología, computadoras, seguridad, electricidad, acomodamientos, agua, carga y transporte. Somos también responsables de autorizar el uso de determinados caminos. Esto significa que debemos juzgar si el terreno es lo suficientemente estable después de una lluvia para recibir aviones de carga o de pasajeros.

También hay trabajadores que contratamos por el día  para hacer otros trabajos de mantenimiento importantes: cortan el pasto con machetes, cavan pozos, pintan las paredes.

Suelo de algodón negro

Actualmente Sudán del Sur se encuentra en la temporada de lluvias. Ahora tenemos lo que se conoce como «tierra de algodón negra»: un barro espeso y pegajoso que hace que sea increíblemente difícil pasar de un punto a otro.

La mayoría de nuestro trabajo se lleva a cabo en áreas remotas donde Médicos Sin Fronteras es la única organización que le provee atención médica a la población. Por esto es que, como equipo de logistas, tenemos que asegurarnos que los materiales médicos y el personal puedan llegar a los pacientes de forma segura.

Tenemos barcos, tractores, e incluso vehículos todo terreno para ayudar, ¡una experiencia de manejo extrema! Sin embargo, lo que al principio suena como divertido, no lo es en absoluto.

Después de horas de sacudidas y golpes en esos vehículos no solo duele la espalda. Y si en la mitad hay que dar la vuelta porque un río no es atravesable, puede ser deprimente. Pero todos los rostros amistosos y sonrientes de la población local, quienes realmente agradecen nuestro trabajo aquí, compensan estas dificultades.

Una lucha por la sobrevivencia

Los recursos que tenemos generalmente son muy limitados. Las cosas podrían ser sencillas, pero lamentablemente no lo son.

En la mayoría de los casos, todos los días son una lucha por la supervivencia de las personas.

Casi nadie tiene electricidad en sus hogares, por lo tanto después del atardecer no hay fuentes de luz. La inflación es perceptible todas las semanas, mientras la pobreza impulsa altos niveles de delincuencia. En un país en medio de una guerra civil, la línea donde comienza la violencia es muy fácil de atravesar.

En nuestras oficinas en Yuba, la capital del país, casi ninguno de mis colegas sursudaneses vive con su familia. Sus familias viven en campos de refugiados dispersos por todo Uganda, Sudán, República Democrática del Congo o algún otro país vecino donde haya escuelas, hospitales y un poco más de seguridad.

La mayor parte de mis colegas creció en estos lugares y solo han regresado a Sudán del Sur para trabajar con MSF.

Nadie sabe cuándo se va a estabilizar el país. Hay muchas cosas que no podemos cambiar ni mejorar, pero aún podemos intentar entender la gravedad de esta situación.

La discusión actual sobre los refugiados en Europa me parece hipócrita cuando pienso que el año pasado Uganda recibió tantos refugiados como todos los países europeos juntos.

La hospitalidad toma otro significado en este contexto, y sobre tema podemos aprender mucho de los estados africanos.

Donde nacemos es una coincidencia, y todos tienen el derecho de poder acceder a cuidados médicos. Todas las personas son iguales y deberían ser tratadas de igual manera.

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