Sudán del Sur: luego de la independencia, su población continúa viviendo en emergencia

En Sudán del Sur, que el pasado 9 de julio declaró su independencia, 260.000 personas recientemente desplazadas viven en condiciones extremadamente precarias, sin alimentos ni refugio, en la nación más nueva del mundo. Mientras la violencia continúa en algunas regiones y está latente en otras, la escasez de alimentos es alarmante en un país donde […]

En Sudán del Sur, que el pasado 9 de julio declaró su independencia, 260.000 personas recientemente desplazadas viven en condiciones extremadamente precarias, sin alimentos ni refugio, en la nación más nueva del mundo. Mientras la violencia continúa en algunas regiones y está latente en otras, la escasez de alimentos es alarmante en un país donde sólo un cuarto de la población tiene acceso a la salud.

Entre los miles de desplazados de Sudán están incluidos las 100.000 personas que a mediados de mayo se vieron obligadas a huir de los bombardeos y enfrentamientos en la región fronteriza de Abyei, un área que permanece en disputa entre las fuerzas del norte y del sur. La mayoría de los que huyeron de los combates se asentaron en zonas cercanas, con la esperanza de poder regresar cuando disminuyese la violencia. Aquellos que temían que continúen los enfrentamientos, viajaron durante diez o más días buscando un lugar seguro.

A principios de junio, un grupo de 5.000 personas encontró refugio en las aldeas de Juong Pakok y de Mayem Pajok, en la zona norte de Akon, en el estado de Warrap. A principios de julio, el número de desplazados concentrados allí alcanzó los 6.300.

“Las personas llegaban en un estado terrible, completamente exhaustas y traumatizadas. Muchas vieron a sus familiares morir en los intensos bombardeos. Mientras los combates continuaban, tuvieron que enterrar a sus hijos y padres muertos antes de huir a un lugar seguro. Otras perdieron a sus seres queridos en las emboscadas que les tendían los soldados, durante su huida hacia el sur… todavía no saben si están vivos o muertos”, explica Carole Coeur, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el sur de Sudán.

Aunque los enfrentamientos en Abiyei cesaron, la violencia continúa en la vecina Kordofán del Sur, y ya obligaron a 70.000 personas a abandonar sus hogares.

Sudán del Sur padece además de inseguridad alimentaria crónica, y menos de un 25% de la población tiene acceso a servicios básicos de salud. La época de escasez de alimentos ha comenzado y los cientos de miles de desplazados por la violencia, y las más de 300.000 personas que han vuelto a la región con motivo de la independencia, suponen una carga demasiado pesada para los recursos locales, de por sí escasos.

“La gente que ya vivía en estas aldeas recibió a los desplazados y los ayudó lo mejor que pudo. Pero ya antes de que llegaran no había suficiente comida, refugio ni agua para la comunidad receptora, y menos aún para los miles de desplazados que han venido escapando de la violencia”, añade Carole Coeur. “Durante el día las temperaturas alcanzan los 40 grados, y aquí hay poco acceso a agua potable limpia. Por si fuera poco, la estación de lluvias está empezando y en esta región la malaria es endémica. Aunque estas personas lograron escapar de las bombas, siguen viviendo en una situación de emergencia”.

MSF está brindando asistencia médico-humanitaria en Sudán, como lo viene haciendo desde hace más de tres décadas. A mediados de junio, un equipo de emergencias de MSF abrió un nuevo proyecto para asistir a las 6.300 personas desplazadas cerca de las aldeas de Juong Pajok y de Mayen Pajok. En las últimas semanas MSF vacunó contra el sarampión a más de 3.000 niños y distribuyó artículos de primera necesidad a más de 200 familias y 90.100 galletas nutritivamente enriquecidas. Tiene previsto entregar unas 2.000 tiendas de campaña que provean un refugio más permanente a los desplazados. También se han puesto en marcha clínicas móviles para dispensar atención primaria de salud y un programa nutricional terapéutico ambulatorio para niños con desnutrición severa.

Aunque Sudán del Sur declaró su independencia, las emergencias causadas por la violencia y la inseguridad seguirán representando una verdadera amenaza para la vida y el sustento de su población. Sumado a la tensión entre el norte y el sur de Sudán, el riesgo de desplazamientos para los sudaneses del sur también se ve intensificado por la amenaza que suponen nuevos enfrentamientos entre las nuevas milicias y el ejército del sur, por la presencia de grupos rebeldes, por los ataques del Ejército de Resistencia del Señor (LRA), por las disputas intercomunitarias e intertribales, y por los enfrentamientos que se dan a causa de robos de ganado.

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MSF trabaja en Sudán desde 1978. En el sur de Sudán, la organización cuenta actualmente con más de 2.000 trabajadores nacionales y con unos 200 trabajadores expatriados, que se reparten en 27 proyectos que cubren ocho de los 10 estados de Sudán del Sur. De enero a abril de 2011, MSF hospitalizó a 6.422 pacientes, llevó a cabo 140.519 consultas ambulatorias y otras 29.278 de atención prenatal. Sus equipos asistieron 2.681 partos, trataron 10.392 casos de malaria y a 6.109 niños con desnutrición. Además, llevaron a cabo 1.828 intervenciones quirúrgicas mayores, trataron 1.079 casos de kala azar y 2.347 de tuberculosis.

Leé la entrevista con Terri Morrison, anterior coordinadora de MSF en Sudán del Sur: “El 75% de la población no tiene acceso ni siquiera a la atención sanitaria más básica”

 

 

 

 

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