Cuatro equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) se desplazaron a Ecuador luego del terremoto, y se encuentran trabajando en las zonas más afectadas de Manabí y Esmeraldas. Hasta el momento, han realizado consejerías individuales, familiares y grupales, actividades de psicoeducación y consultas médicas.
02.05.2016
Retratos desde el terremoto en Ecuador

Nancy Cheme, Refugio Alto de Portete, Portete, Ecuador. ©Albert Macias/ MSF
- Jeanina Garcia, 25 años, Albergue de las Monjas, Chamanga. “El día del terremoto, teníamos una fiesta familiar y estábamos preparando la comida cuando sentimos el primer temblor. En ese momento nos asustamos, pero luego vino un segundo temblor más fuerte y toda la casa se cayó. Nos fuimos hacia la loma, a una zona alta, porque teníamos miedo de que en la zona baja donde estábamos viniese un tsunami. Cuando llegamos, logramos conseguir dos colchones, pero la mayoría de la gente no pudo traer nada. Sus casas se cayeron y todo quedó aplastado”. ©Albert Masias/MSF
- Juana Hermelinda Vilela Delgado, 67 años, Refugio Nuevo Milenio 2, Chamanga. “Al día siguiente del terremoto, a las 6 de la mañana, me levanté para ver los escombros de la casa donde había vivido todos estos años. No quedó nada. Se cayeron pilares y paredes. La nevera, la mesa, la máquina de coser, el ropero, todo se quebró. En el refugio me enfermé, me dio un dolor en el pecho muy fuerte. Siento como que el cuerpo me baila, me tiembla, y así paso todo el día, hasta que del cansancio quedo dormida. Ahora vino mi hija de la ciudad de Esmeraldas a acompañarme. Todavía no sé qué va a pasar más adelante, estoy sobrellevando la vida que me queda”. ©Albert Masias/MSF
- Nancy Muñoz, 35 años. Refugio Nuevo Milenio, Chamanga. “Mi casa, además de ser mi hogar, era mi fuente de ingreso económico. Alquilaba piezas y bodegas para solventar la economía de mi familia y educar a mis dos hijos que están estudiando en Santo Domingo y en un colegio en Ciudad del Carmen. A ellos les pagaba la comida y el arriendo. ¿Cómo le voy a decir a mis hijos este año que no estudien?” ©Albert Masias/MSF
- Wilber Mina Valencia, 53 años, Refugio Nuevo Milenio 2, Chamanga “Estaba dialogando con mi familia cuando la tierra se movió. De pronto, 33 años de mi vida y de mi esfuerzo se fueron al piso. Salimos caminando y nos trasladamos a la parte alta de Chamanga y a medida que fueron pasando los minutos, llegaron más personas. Ahora en este lugar hay 95 familias. Para poder permanecer aquí necesitamos carpas para darle a la gente un poco más de estabilidad y porque cuando llueve, se nos echa a perder lo poco que tenemos”. ©Albert Masias/MSF
- Nancy Cheme, Refugio Alto de Portete, Portete. “Mientras mis padres caían al piso, no sabía qué hacer. Mi mamá tiene 89 años y mi papá 90 años. Para bajarnos de la casa tuvimos que pedir ayuda y los vecinos nos decían que debíamos emigrar en botes para pasar hacia el otro lado de la Isla de Portete. Desde ese día estamos aquí en el refugio sin saber dónde ir o qué hacer. Mis padres que son de la tercera edad no pueden comer cualquier tipo de alimento y es muy difícil para nosotros permanecer aquí.” Albert Masias/MSF
- Mariana Esmeralda Castillo, 49 años, Refugio Alto de Portete, Portete. “Toda nuestra familia se encuentra aquí en el refugio que construimos pero en el cantón de Pedernales perdimos a muchas personas queridas. Cada día, me acuesto y me levanto y no dejo de agradecer por la oportunidad de seguir con vida. Luego del terremoto, volvimos a renacer para poder contarles a nuestros hijos y nietos lo que nos pasó”. ©Albert Masias/MSF
- Glass Moreno, 50 años, Refugio San Francisco del Cabo, Muisne. “En Muisne, la mayoría de las personas se dedican a la pesca. Como ya estoy mayor y no puedo salir a pescar, en mi casa de la isla preparaba encebollados de pescado como una forma de ganarme la vida. Ahora, al no poder volver a mi casa por temor a que se derrumbe, ya no tengo una fuente de trabajo. Incluso ni los pescadores están saliendo a hacer su labor. Todos estamos a la expectativa de saber qué va a pasar con nosotros.” Albert Masias/MSF
- Silvana Saltos, 26 años, Refugio San Francisco del Cabo, Muisne. “Estoy acercándome a los tres meses de embarazo. Cuando nos encontró el terremoto en mi casa, casi pierdo a mi bebé porque hice mucho esfuerzo al cargar a mis dos hijos pequeños para huir de la casa. Cuando vienen los doctores al refugio me revisan y me dicen que mi embarazo está delicado, que necesito hacerme chequeos médicos regulares. Pero no sabemos aún cuánto tiempo más nos vamos a quedar aquí porque todavía puede ser peligroso volver a la isla”. ©Albert Masias/MSF
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