República Centroafricana: El miedo constante a los estallidos de violencia en Bambari dificulta el acceso a la asistencia médica

Una niña en el mercado de Bambari, mayo de 2017. Sylvain Cherkaoui/Cosmos for MSF

Paul Brockman acaba de regresar de la República Centroafricana (RCA), donde trabajó como jefe de misión de Médicos Sin Fronteras durante cuatro meses. Regresó profundamente preocupado por los extremos niveles de violencia que presenció durante su estancia allí.

Bambari, que está en el centro del país –donde MSF brinda apoyo a las salas quirúrgicas y pediátricas del hospital regional– se unió recientemente a la lista de ciudades que fueron brutalmente atacadas por diferentes grupos armados, dejando una vez más a las personas sin acceso a atención médica cuando más la necesitan.

¿Qué pasó en Bambari desde mediados de mayo?

La primera nueva ola de intensos enfrentamientos en Bambari comenzó en la mañana del 15 de mayo. La tensión en RCA es tan alta en este momento que solo se necesita una pequeña chispa para que las cosas exploten rápidamente. Esta vez el desencadenante fue el hallazgo de los cuerpos de dos hombres un día antes en la carretera al sur de Bambari. Esa noche, 300 personas ya se habían trasladado al hospital pensando que podría ser un refugio seguro. Y de pronto, a la mañana siguiente, comenzamos a escuchar disparos por toda la ciudad y los pacientes heridos comenzaron a llegar al hospital; familias enteras heridas por disparos. Durante esa semana, Bambari estaba en un estado de guerra. Desde mediados de mayo hasta mediados de junio, al menos 36 personas resultaron heridas; MSF teme que el número sea mucho mayor, ya que bastantes personas no pudieron llegar al hospital.

¿Todavía podemos hablar de un conflicto entre musulmanes y cristianos en la República Centroafricana?

No, el conflicto en RCA es mucho más complicado que una guerra entre musulmanes y cristianos. Actualmente hay muchos más grupos armados activos que durante el conflicto de 2013 a 2014, y las alianzas entre ellos tienden a cambiar muy rápidamente dependiendo del área. Son más que tensiones religiosas; se trata del acceso y control de recursos e influencia. En un conflicto así la población civil siempre es la primera en sufrir, pues es abandonada a su destino.

Bambari fue una de las últimas ciudades supuestamente tranquilas en la República Centroafricana y fue declarada como una «zona libre de armas» en 2017. ¿Por qué la situación explotó de nuevo de forma tan violenta?

Bambari era una isla artificialmente tranquila en medio de un mar embravecido, rodeada por los enfrentamientos. Y esta nueva ola de violencia no surgió de la nada. La ciudad parecía tranquila porque la MINUSCA [La Misión Unidimensional Integrada de las Naciones Unidas para la Estabilización en la República Centroafricana] obligó a los grupos armados a abandonar la ciudad hace un año y declaró que la ciudad estaba libre de armas. Pero eso solo hizo que los grupos se mudaran a los pueblos cercanos a la ciudad y se quedaran allí buscando otros medios para ganar dinero, como cobrar impuestos a los desplazados o robarles a ellos y a las comunidades de la zona. Posteriormente, el 15 de mayo, los tiroteos volvieron a alcanzar a la ciudad.

¿Cuáles son las principales consecuencias para la población?

Actualmente, una de nuestras preocupaciones principales es que esta explosión de violencia en Bambari está creando muchas necesidades de salud entre la población local. Algunas personas se refugiaron en el hospital y miles huyeron a través del río Ouaka a áreas más alejadas de donde estaban ocurriendo los combates. Pero eso los aleja de los centros de salud disponibles. El acceso al hospital es una preocupación importante, ya que los bloqueos impidieron temporalmente que los enfermos y heridos lleguen a él.

¿Cuáles son las necesidades médicas en Bambari?

En el momento en que te obligan a salir de tu casa o del refugio que tengas, estás más expuesto a todo. La malaria es la enfermedad más común que tratamos a las personas en la República Centroafricana, y debido a que muchas personas tuvieron que huir y están durmiendo a la intemperie, el riesgo de sufrir una picadura de mosquito aumenta exponencialmente. Después de los enfrentamientos de mediados de mayo, nuestros equipos instalaron clínicas móviles que se encuentran 8 kilómetros al oeste de la ciudad, donde las personas que huían habían buscado seguridad. De los 165 pacientes tratados el primer día, 120 dieron positivo para malaria. También fueron confirmados dos nuevos casos de meningitis.

¿MSF puede trabajar actualmente en Bambari y apoyar a la gente de allí?

Es muy difícil. Y las cosas empeoraron el 30 de mayo, cuando la casa de MSF en Bambari fue robada por hombres armados en medio de la noche. Afortunadamente, nuestro personal no resultó gravemente herido. Después de eso, decidimos evacuar a la mayor parte del equipo a Bangui, la capital. El hospital tuvo dos incursiones violentas de hombres armados que ingresaron al complejo sin dudarlo, buscando enemigos entre los pacientes o sacando a su propia gente antes de que otros grupos pudieran venir a matarlos. Un pequeño equipo de MSF permaneció en Bambari y después de revisar la situación de seguridad actual, decidimos enviar un equipo quirúrgico y uno médico para apoyarlos y ayudar a los heridos, que de otro modo no podrían ser operados. A partir del 15 de junio, pudimos reanudar las actividades quirúrgicas y médicas, pero todavía hay instalaciones de salud que no funcionan.

¿Los trabajadores humanitarios y las instalaciones médicas ya no son respetadas en Bambari?

Bueno, el hecho de que hombres armados vengan y disparen en el hospital y saquen a los pacientes de sus camas es totalmente inaceptable. El hospital debe ser un lugar donde todos sean bienvenidos. Las personas necesitan sentirse seguros llegando al hospital y estar seguros de que nadie los dañará allí. En este momento, ese no es el caso en Bambari. Y si eso no es posible, nadie puede trabajar o ser un paciente allí. Eso es increíblemente frustrante para nuestros equipos.

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