“Regresar a Haití significa muerte”: el drama de las personas migrantes de Haití que son deportadas a su país

En algunas zonas de Puerto Príncipe, Haití, nuestros equipos deben trabajar desde sótanos y cuartos sin ventanas para evitar el riesgo de balas perdidas. Johnson Sabin.

Miles de migrantes de Haití que buscan asilo en Estados Unidos continúan en riesgo de ser expulsados y enviados de vuelta a un país en crisis donde la capital, Puerto Príncipe, se ha convertido en un campo de batalla entre grupos armados.

Más de 26 mil haitianos fueron expulsados de Estados Unidos entre septiembre 2021 y junio 2022. Tan solo en mayo, el gobierno de EEUU expulsó a casi 4000 personas originarias de la isla caribeña.

La mayoría de estas personas fueron deportadas bajo la ley Título 42, una orden de salud invocada a inicios de la pandemia por COVID-19, que permite el bloqueo y rápida expulsión de migrantes, lo que incluye a personas a personas que buscan protección en la frontera. Esta devastadora política ha efectivamente cerrado el asilo en la frontera sur de EE.UU. y ha sido empleada para autorizar más de dos millones de expulsiones del país norteamericano. 

Mientras los vuelos de deportación hacia Haití han sido detenidos desde junio, sin un cambio efectivo en la política migratoria estadounidense, las personas de Haití que llegaron a la frontera con EE.UU. podrían ser regresados a lo que efectivamente ya es una zona de conflicto, al mismo tiempo que grupos armados han tomado control de grandes áreas de la capital.

Más de la mitad de los pacientes que llegan a nuestro hospital en Tabarre, Puerto Príncipe, han sufrido heridas que ponen riesgo su vida, originadas por armas de alto calibre. Además, los enfrentamientos armados en dos distritos (Martissant y Cité Soleil) nos obligaron a mover programas médicos de largo alcance en 2021.

“Vemos un incremento en secuestros, asesinatos y en personas que nos dicen no sentirse seguras en sus casas, pero que tampoco es seguro salir del hogar”, dijo Cédric Chapon, coordinador de proyecto para nuestro programa  sobre violencia urbana en Puerto Príncipe. “El acceso al agua también es un gran reto. Desde el comienzo del año, hemos visto una epidemia de sarna, que no es inusual en Haití. Esto está directamente relacionado con la falta de agua. Las personas pueden solventar pequeñas cantidades de agua para tomar, pero no pueden acceder a agua limpia en las cantidades necesarias para la higiene básica”. 

La situación también es peligrosa para nuestro personal que, en muchos casos, se encuentra atrapado por la violencia, sin capacidad de dejar sus casas para ir a trabajar. En algunas zonas, han debido trabajar desde sótanos y cuartos sin ventanas para evitar el riesgo de balas perdidas. 

Los peligros a los que se enfrentan las personas migrantes de Haití

También proveemos asistencia médica y psicológica sobre la ruta de migración en América, donde por los últimos años nuestros equipos han visto un incremento en el número de haitianas y haitianos intentando llegar a los Estados Unidos. 

Las personas migrantes tienen familia y círculos de apoyo en EEUU, pero el Título 42 les obliga a tomar rutas cada vez más peligrosas para llegar ahí, desde Sudamérica hasta la extremadamente peligrosa jungla del Darién en Panamá. De abril 2021 a mayo 2022, nuestros equipos en Panamá trataron a 417 mujeres víctimas de violencia sexual.

La frontera entre México y Estados Unidos es la última parte de su viaje. En ciudades fronterizas como Nuevo Laredo y Reynosa se unen con otros migrantes que también esperan para cruzar, en muchos casos, para buscar asilo en EEUU. Las personas migrantes son obligadas a dormir en la calle, estructuras abandonadas o campamentos improvisados porque no hay suficiente espacio en refugios locales para acomodar a tantas personas. El acceso a servicios médicos, alimenticios o básicos son limitados y estas ciudades son extremadamente peligrosas.

“Estoy aquí con mi familia, tengo dos hijos y los tiempos son difíciles”, afirma Wisly, de 36 años, un hombre haitiano que llegó a Reynosa, México, después de un largo viaje por Sudamérica y Centroamérica desde Chile. “Es difícil por el calor, estamos durmiendo en la calle donde cualquier cosa puede suceder y me dicen que estamos en una zona peligrosa”. 

La mayoría de los migrantes que nuestros equipos observan desde la ruta de migración están escapando de la violencia e inestabilidad general en Haití desde hace muchos años. Inicialmente encontraron trabajo en Chile y Brasil, pero muchos factores, entre ellos la depresión económica, la inaccesibilidad a conseguir papeles para trabajar legalmente y los crecientes sentimientos antinmigrantes, han llevado a que miles de personas de Haití dejen estos países en un intento por llegar a EEUU en los últimos años.

Antogama Honoraí, de 23 años, dejó Haití hacia Brasil en 2019, pero no pudo encontrar trabajo allí.Decidió entonces migrar hacia EEUU cruzando Colombia y Centroamérica antes de llegar a México, donde ha estado los últimos 5 meses. 

“Estoy aquí porque quiero ir a Estados Unidos para ayudar a mi familia”, nos cuenta.

“En EEUU tengo familia. Aquí estoy solo y no hay lugar para dormir. Ayer llovió todo el día y dormí en agua sucia. No quiero regresar a Haití. No hay escuela ahí, no hay comida, no hay trabajo… Regresar a Haití significa muerte”. 

Dejar todo en busca de seguridad

“En esa jungla morirás si no tienes una buena estrategia”, afirma Louckensia Paul, de 28 años, acerca de su viaje a través de la jungla del Darién en Panamá. “Es un lugar peligroso, hay animales salvajes, rutas que no son accesibles y cruces dificultosos. Hay un punto en el que te puedes quedar sin comida y tienes que usar todas tus fuerzas para intentar salir de ahí”. 

Paul fue entrevistada en Nuevo Laredo en mayo,  mienras intentaba llegar a EEUU por segunda ocasión. Ella dejó Haití hace varios años y había estado viviendo en Chile cuando decidió intentar llegar a EEUU. En diciembre de 2021, después de cruzar nueve países y arriesgar su vida cruzando la jungla del Darién, llegó a EEUU. Estuvo siete días en un centro de detenciones ahí y fue expulsada rápidamente de regreso a Haití.

“En Texas, me pusieron en un camión en cadenas -alrededor de mi cintura, tobillos y manos”, relata. “Pensaba en el viaje entero, los sacrificios que hice, para que ellos me hagan esto y me traten como criminal”. 

De regreso en Haití, su familia le pidió que intentara llegar a Estados Unidos de nuevo.

“Fue lindo verlos, pero también triste”, dijo Paul. “Sentí que estaba en el funeral de alguien porque la situación en Haití es terrible. Todos me dijeron que no me quedara aquí, que hiciera algo y regresara rápidamente porque aquí no hay nada. Solamente estoy pensando en lo terrible que es ir de regreso a mi país y no sentirme feliz de ver a mi familia porque la situación está muy mal”.

Hemos pedido repetidamente que se terminen los vuelos de deportación hacia Haití bajo argumentos humanitarios. El país está en el medio de una crisis política, económica y humanitaria. Hay enfrentamientos abiertos en las calles e incrementa el número de personas heridas o asesinadas, mientras que muchas no tienen acceso a servicios médicos o básicos como agua limpia.

Estados Unidos debe de terminar con todos los vuelos de deportación permanentemente y facilitar el ingreso de solicitantes de asilo de Haití.

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