“Las necesidades sanitarias en Afganistán no harán más que aumentar”

Un año después de que MSF reanudara actividades en Afganistán, Michiel Hofman, representante de la organización en el país, habla de los principios y retos de MSF en este contexto de conflicto. MSF regresó a Afganistán a mediados de 2009, tras una ausencia de cinco años debido al deterioro del conflicto. ¿Cuál fue la evaluación […]

Un año después de que MSF reanudara actividades en Afganistán, Michiel Hofman, representante de la organización en el país, habla de los principios y retos de MSF en este contexto de conflicto.

MSF regresó a Afganistán a mediados de 2009, tras una ausencia de cinco años debido al deterioro del conflicto. ¿Cuál fue la evaluación de la situación y cómo moldeó esta circunstancia su respuesta médica?

En Afganistán, como en la mayoría de contextos de conflicto, la inseguridad tiene un efecto adverso sobre la salud de la población y sobre el acceso a los servicios de salud. Por ello, nuestro primer foco de atención fueron las regiones en las que los enfrentamientos eran más intensos y prolongados, y donde muchos centros de salud rurales ya no funcionaban, puesto que el personal se había marchado y el suministro de medicamentos y material médico topaba con muchas dificultades. Asimismo, la inseguridad impedía a muchos afganos viajar libremente y dirigirse a las estructuras sanitarias en caso de necesidad. MSF se concentró también en la atención secundaria – como cirugía y atención a la salud materna– ya que ahí es donde se dispensa la atención médica más crítica y vital.

Para que MSF pueda acceder a las zonas donde trabaja es esencial llegar a un acuerdo con todas las partes en conflicto. ¿Por qué se considera una elección pragmática y de principios para MSF?

En zonas de conflicto debe observarse la más estricta neutralidad para que los pacientes confíen en que la atención que reciben está determinada por sus necesidades médicas, sin ninguna agenda política o militar oculta. Se trata de un principio consagrado en el Derecho Internacional Humanitario y en la ética médica. Esto significa que todas las partes beligerantes deben estar de acuerdo en no utilizar como blanco nuestras estructuras de salud, a la vez que MSF se compromete a que sus recursos no beneficiarán los esfuerzos militares de ninguna de las partes. Estos acuerdos son posibles gracias a la independencia de MSF, especialmente a la independencia financiera de cualquier gobierno.

MSF tiene una política de ‘no a las armas’ en las estructuras de salud en las que trabaja. ¿Es esto algo poco habitual en un contexto como el de Afganistán? ¿Por qué es tan importante?

Esta política es el resultado más visible de nuestros acuerdos con las partes beligerantes. Es crucial que ninguna persona armada se encuentre dentro o cerca de los hospitales, puesto que de ser así, éstos se convertirían en un objetivo de guerra y no podría garantizarse la seguridad de los pacientes. En la mayoría de contextos de conflicto este principio se entiende claramente, y una política de ‘no a las armas’ en hospitales y centros de salud está bien establecida como parte de la provisión de atención sanitaria; sin embargo, Afganistán fue el primer país en conflicto en el que he sido testigo de una gran presencia de personas armadas dentro de los hospitales. Estaban las fuerzas internacionales, los guardias de seguridad privados, la policía local; los ejércitos locales y otras personas armadas no identificadas. En una situación así, es imposible pedir a las partes beligerantes que se contengan y se abstengan de perpetrar ataques contra las estructuras sanitarias.

¿Cuáles han sido los principales retos para MSF a la hora de llevar a cabo sus actividades durante este año?

La principal dificultad ha sido reestablecer una infraestructura de MSF en Afganistán ya que al marcharse, en el año 2004, la organización había cerrado todo, por lo había que empezar de nuevo. Nuestra primera evaluación reveló necesidades claras, por lo que los inevitables retrasos a la hora de proporcionar una atención sanitaria claramente ausente fueron muy frustrantes. Aunque son muchas las dificultades, son una consecuencia inevitable de trabajar en una zona de conflicto: las restricciones impuestas por la inseguridad, las partes beligerantes que tienen que estar de acuerdo con nuestra acción médica, la incertidumbre política que conduce a la corrupción y a una burocracia irracional que obstaculiza la entrada de suministros médicos al país. Todos estos factores constituyen una mezcla compleja de retos.

¿Cuáles son algunos de los obstáculos a los que se enfrenta la gente cuando intenta llegar a las estructuras de salud en lugares como Boost, donde se encuentra el hospital provincial de Helmand? ¿Cómo prevé responder MSF?

Basándonos principalmente en relatos de pacientes, hemos sabido que la principal barrera es la inseguridad. Desplazarse incluso en distancias cortas puede ser peligroso y caro, puesto que la inseguridad encarece el transporte. Otro factor es que la gente desconoce los servicios hospitalarios o desconfía de ellos, por lo que prefiere ir a clínicas privadas o a Pakistán. Una vez que MSF tiene una mejor idea de los obstáculos que impiden a la población el acceso a la atención sanitaria, intentamos invertir más en detección temprana y sistemas de referencia seguros. La detección temprana es crucial para evitar que la gente arriesgue su vida dirigiéndose al hospital cuando el estado de salud del familiar enfermo es desesperado o llegue allí cuando ya es demasiado tarde.

MSF trabaja en el hospital de Ahmed Shah Baba, a las afueras de Kabul, al este de la capital. ¿Por qué elegir este centro urbano relativamente estable para ofrecer asistencia?

La población de Kabul ha aumentado considerablemente en los últimos diez años, pasando de cerca de un millón a entre tres y cinco millones de habitantes en la actualidad. Este incremento está relacionado con la inseguridad, puesto que hay muchos desplazados y retornados de campos de refugiados afganos en Pakistán e Irán, así como gente que ha venido a la capital por motivos económicos. En Kabul también encontramos lo que se conoce como ‘circo humanitario’, con la presencia de unas 1.800 organizaciones no gubernamentales y gran cantidad de agencias de la ONU. Pese a haber tantos actores humanitarios, se daba muy poca asistencia a la población de Kabul puesto que no cuenta con gran presencia de tropas y no es el foco del conflicto y, al parecer, la ayuda proviene tradicionalmente de las naciones occidentales y tiende a destinarse allí donde están basadas sus tropas. Por ello, MSF decidió trabajar en Kabul para responder a las necesidades de los más vulnerables, como los desplazados y los retornados.

Este último año, zonas que estaban a salvo del conflicto ahora se ven presas de la inestabilidad y la violencia. ¿Ha tenido esto algún efecto sobre el trabajo de MSF?

Regresamos a Afganistán para centrarnos en las zonas de conflicto. El hecho de que la guerra se haya propagado por casi todo el país significa que las necesidades sanitarias aumentarán y, por tanto, la necesidad de nuestra presencia. En 2009 nos concentramos en el sur y el este de Afganistán, puesto que la mayoría de regiones allí estaban menos afectadas por la inseguridad. Ahora el número de lugares en los que MSF podría trabajar se ha incrementado. A fin de salvaguardar nuestra imparcialidad y proteger a nuestro personal nacional de las presiones a las que puedan enfrentarse por parte de las comunidades y las partes beligerantes, debemos tener personal expatriado en el terreno. Esto requiere acuerdos explícitos con todas las partes en el conflicto y eso requiere tiempo. Ahora que 2010 está finalizando, tenemos un pequeño equipo en la provincia de Kunduz negociando la posibilidad de un proyecto de salud de MSF en la zona.

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En Afganistán, actualmente MSF presta apoyo al hospital de Boost, en Lashkargah, así como al hospital de Ahmed Shah Baba, al este de Kabul. En ambos emplazamientos, MSF tiene por objetivo proporcionar atención médica gratuita utilizando medicamentos efectivos y trabajando en todas las áreas, incluyendo maternidad, pediatría, cirugía y urgencias.

Para su trabajo en Afganistán, MSF elige financiar sus actividades únicamente a partir de donaciones privadas y no acepta fondos de ningún gobierno.

En 2011, MSF ampliará su labor médica a otras provincias afectadas por la guerra

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