Irak: “Sólo quiero que mi familia esté junta otra vez”

Anoud junto a su hermana Bushra en la unidad de cirugía y cuidados postoperatorios de MSF en el este de Mosul.MSF/Sacha Myers

Las cicatrices en el rostro de Anoud, de 18 años, muestran solo una fracción del dolor que soportó desde el año pasado. En 2017 la casa de su familia en Hawija, en el centro de Irak, fue alcanzada por una bomba.

La pérdida y el daño sufridos son inimaginables. Durante el año pasado su familia tuvo que separarse en su desesperado intento por buscar atención médica y sanar sus heridas. Actualmente Anoud está cuidando a su hermana de ocho años, Bushra, que está recibiendo tratamiento en una unidad de cirugía y cuidados postoperatorios de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el este de Mosul. Esta es su historia.

Anoud: «La vida es realmente dura»

«Era el quinto día de Ramadán, el año pasado, cuando ocurrió el ataque. Estábamos en nuestra casa en Hawija y para ese entonces ya habíamos ayunado durante cinco días. Estábamos sentados en el jardín cuando un cohete golpeó la casa de nuestro vecino.Corrimos para ver si estaban bien y los trajimos a todos a la casa de mi padre. En ese momento nuestra casa fue bombardeada.

Perdimos a una hermana y un hermano en el ataque. Los demás estábamos heridos. Mi madre perdió su pierna, yo tenía pedazos de metralla en mi ojo izquierdo, en mi mano y en mi pierna, que además estaba rota. El ojo de mi hermana menor resultó gravemente herido y sus manos quedaron destrozadas. La metralla golpeó la rodilla de Bushra y se dañó gravemente, ahora no tiene rótula. También tiene metralla en su cabeza, sigue allí y los médicos no quieren retirarla porque dicen que cualquier movimiento sería fatal. Bushra también tiene metralla en su pecho, mano y ojo. No puede ver completamente. Si solo usa su ojo derecho, no puede mirar directamente, tiene que mirar hacia la izquierda.

Nos llevaron al hospital de Hawija, pero no pudieron tratarnos ahí. Así que nos llevaron a Shirqat. Mi madre y yo nos quedamos aquí, pero no pudieron tratar a Bushra ni a mi otra hermana pequeña. Los enviaron a Tikrit, pero tampoco pudieron tratarlos, por lo que los derivaron al hospital de Kirkuk, donde una ONG los ayudó. Bushra y mi otra hermana pequeña fueron llevadas a Sulaymaniyah (noreste de Irak) para recibir tratamiento durante seis meses, tuvimos que separarnos.

Ahora mi madre está en el Líbano con mi hermana menor que está recibiendo tratamiento por sus heridas. Llevan dos meses allí. Hablé con ellas anoche y mi madre confirmó que mi hermana perdió su ojo. Los médicos hicieron una operación en sus manos y ahora están bien. Si se hubiera quedado en Irak, las habrían amputado. Volverán en ocho días.

Olvidé mucho de lo que sucedió. Fueron eventos realmente horribles y pasé los primeros seis meses casi dormida. No era yo misma. Era como si estuviera soñando despierta. Solo desperté cuando vi a mis dos hermanos. Mi padre es el único que recuerda lo que sucedió y me habla sobre ello.

Mi padre y uno de mis hermanos están viviendo en el campo de Jeda’ah. Mi padre tuvo un derrame cerebral, es viejo y está solo la mayor parte del tiempo en el campo. La vida es realmente dura.

Bushra sigue preguntando por mi madre, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Tras regresar de Sulaymaniah, estaba bien y jugaba. Pero no podía enderezar la pierna ni hacer nada con ella, y su herida se infectó. Otra ONG nos derivó a esta instalación de MSF. Pasaron 8 días desde que llegamos. Los servicios son muy buenos, ya operaron dos veces la rodilla de Bushra. 

Mi pierna todavía me duele al caminar. Ayer por la mañana tomaron radiografías de mi pierna y de toda la metralla en mis manos para ver qué pueden hacer. Solo quiero que mi familia esté junta otra vez y que no suceda nada más.

Esta es mi historia. Se la cuento a todas las personas con las que me encuentro, incluyendo a los doctores y a los integrantes de las organizaciones. Me gusta contar mi historia porque alivia mi alma y mi mente. Es lo que hago cuando estoy estresada o triste.”

Bushra: «Quiero aprender cosas y hacer amigos»

«No estoy asistiendo a la escuela en este momento. Nunca pude ir, voy a ir cuando me cure. Quiero aprender cosas y hacer amigos. Quiero aprender para poder leer y escribir. En el campo de Jeda’ah juego con mis amigos. Jugamos y dibujamos. Dibujo juguetes, flores, peces, mariposas y cosas así.

En el campo, vamos al jardín de niños. Nos traen cuadernos, dibujamos, coloreamos y escribimos cartas allí. En el pasado todo era risas y diversión con mis hermanos y hermanas. Solíamos dibujar en un pizarrón.

Amo a mi hermana porque me cuida. Deseo que mi familia pueda estar junta otra vez. Para sanar juntos y recuperarnos, para vivir juntos otra vez.”

Un año más tarde

Muchos pacientes heridos de guerra en Mosul y en otras áreas post-conflicto en Irak, como Kirkuk, Ambar y Saladino, soportaron meses de agonía esperando atención médica de seguimiento. A menudo son pacientes recibieron una cirugía apresurada en las líneas de combate -o detrás de ellas- para salvarles la vida, y ahora necesitan cirugías adicionales, servicios para el manejo del dolor y fisioterapia para recuperar el uso de las extremidades y músculos dañados y para evitar perder más o todo su movimiento. Muchas personas también necesitan atención en salud mental urgentemente a medida que reviven el trauma violento del pasado e intentan lidiar con la pérdida de sus seres queridos.

Pasó un año desde que terminó oficialmente el conflicto en Mosul. Pero la batalla por reconstruir la ciudad y las vidas de las personas está lejos de terminar. Grandes franjas de Mosul, particularmente en el oeste, siguen diezmadas. Las minas y las trampas explosivas aún acechan hogares e instalaciones médicas. Algunas personas, al no tener otra opción, regresaron a Mosul y viven en sus casas dañadas, muchas veces sin agua ni electricidad. Las precarias condiciones de higiene aumentan el riesgo de padecer enfermedades; y las lesiones por traumatismos son frecuentes ya que las personas intentan reconstruir sus casas bajo condiciones peligrosas.

La lucha diaria por el acceso a la atención médica

Nueve de los 13 hospitales públicos fueron dañados durante el conflicto. La reconstrucción de las instalaciones sanitarias fue extremadamente lenta, hay solo cinco camas por cada 10,000 personas, muy por debajo de los estándares mínimos internacionales para la prestación de servicios de salud.

En 2017, desde MSF trabajamos en Mosul y sus alrededores para proporcionar servicios vitales a las personas atrapadas en la violencia. Gestionamos varios puestos de estabilización de traumatismos en el este y oeste de Mosul, y administramos cuatro hospitales que ofrecen una variedad de servicios entre los que se incluyen la atención de emergencia, cuidados intensivos, servicios de cirugía y atención médica materna. Actualmente gestionamos un hospital de maternidad en el oeste de Mosul y una instalación de cirugía y cuidados postoperatorios para pacientes con heridas de guerra en el este de Mosul.

Tras el regreso de las personas al área de Hawija, desde Médicos Sin Fronteras abrimos una clínica en Al-Abassi para brindar tratamiento para enfermedades no transmisibles y atención en salud mental. Rehabilitamos los sistemas de suministro de agua en Al-Abassi y haremos lo mismo en Al-Shajera, que proporcionará agua potable para aproximadamente 35,000 personas y ayudará a prevenir la propagación de enfermedades transmitidas por el agua. También abrimos una clínica de atención en salud primaria en la ciudad de Hawija que pronto ofrecerá tratamiento para enfermedades no transmisibles, servicios de salud mental y atención de salud sexual y reproductiva. A medida que más personas regresen a Hawija, brindaremos servicios de sala de urgencias en el hospital de la ciudad.

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