La gestión migratoria de la Unión Europea es inhumana y vulnera el estado de derecho

Hall de un centro de detención en el pueblo de Karareem, a unos 50 kilómetros de Misrata, Libia © Manu Brabo/AP© Manu Brabo/AP

En el marco de la cumbre de líderes de la UE que se celebra hoy en Malta, denunciamos que dejar a la gente bloqueada en Libia es una burla a la dignidad humana: los detenidos allí carecen de protección alguna y sufren violencia y abusos.

Mientras los líderes de la UE se reúnen hoy en Malta para discutir, entre otros temas, la gestión de la migración y el cierre de la ruta de Libia a Italia a través de la intensificación de la cooperación con las autoridades libias, alertamos de los graves riesgos para las personas atrapadas en Libia o retornados al país.

Desde julio de 2016, brindamos atención médica a migrantes, refugiados y solicitantes de asilo detenidos en Trípoli y sus cercanías. Denunciamos que estas personas son detenidas arbitrariamente en condiciones inhumanas e insalubres, a menudo sin suficiente comida ni agua potable y con una manifiesta falta de acceso a la atención médica.

“La Unión Europea y sus Estados miembros necesitan un golpe de realidad: Libia no es un lugar seguro y de ninguna forma puede considerarse un enfoque humano para la gestión de la migración”, subraya nuestro director general, Arjan Hehenkamp, tras regresar de Trípoli, donde ha estado visitando a migrantes, refugiados y solicitantes de asilos detenidos en la capital libia.

Sin acceso al mundo exterior

«En estos momentos, hay un colapso en la ley y el orden en Libia. Los africanos subsaharianos son detenidos sin el debido proceso legal y sin ninguna forma de recusar la legalidad de su detención. Los detenidos están desesperados por hacer saber a sus familias que están vivos; prácticamente no tienen acceso al mundo exterior. Aquellos con quienes hablé no sabían qué iba a ser de ellos a pesar de llevar detenidos meses”, explica.

“Trabajamos en siete centros de detención en Trípoli y en los alrededores, pero incluso los mejores no cumplen con las normas nacionales, regionales o internacionales. Las personas están recluidas en condiciones inhumanas. Hay poca luz natural y ventilación, y muchas instalaciones están peligrosamente superpobladas. La falta de dignidad humana que he presenciado es asombrosa”, denuncia Arjan Hehenkamp tras señalar que varios de nuestros equipos están tratando a “unas 500 personas a la semana por infecciones del tracto respiratorio, diarrea acuosa aguda, enfermedades de la piel e infecciones del tracto urinario”.

“Estas afecciones están relacionadas fundamentalmente con las condiciones en los centros de detención”.

La escasez de alimentos en los centros de detención es una preocupación real; estamos viendo adultos que sufren desnutrición y personas que son más susceptibles a enfermedades graves. Y es que los detenidos no tienen acceso adecuado al agua potable. A veces cuentan con menos de un litro por persona y día, y el acceso a letrinas o duchas está muy limitado. Esto se traduce en altas tasas de infecciones de la piel e infestaciones parasitarias de piojos, sarna y pulgas.

Violencia y abusos

Un reciente informe de la ONU destacó la violencia y los abusos sufridos por muchas personas detenidas. Nuestros propios equipos en los buques de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central han rescatado en los últimos dos años a más de 50.000 hombres, mujeres y niños, y han documentado numerosos testimonios, recogidos de primera mano, de los alarmantes niveles de violencia y explotación que han padecido en Libia a manos de las fuerzas de seguridad, las milicias, las redes de tráfico, las bandas criminales y particulares.

La ausencia de un sistema de asilo operativo en Libia se traduce en que, en las circunstancias actuales, las solicitudes de protección internacional no pueden ser procesadas mediante procedimientos justos y eficientes de conformidad con el derecho internacional y regional de los refugiados.

La UE está malinterpretando la realidad sobre el terreno: Libia no es un lugar seguro y bloquear a la gente en el país o devolverlos allí constituye una burla de los llamados valores fundamentales de la UE de dignidad humana y estado de derecho«, concluye Arjan Hehenkamp.

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