Gaza: un año después, la situación empeora

Las consecuencias humanitarias, económicas y médicas tras la última gran ofensiva israelí. El 27 de diciembre de 2008, Israel lanzó la operación militar «Plomo Fundido» contra la Franja de Gaza, que se caracterizó por intensivos bombardeos e incursiones aéreas, así como por una ofensiva terrestre puesta en marcha el 3 de enero de 2009. Tras […]

Las consecuencias humanitarias, económicas y médicas tras la última gran ofensiva israelí.

El 27 de diciembre de 2008, Israel lanzó la operación militar «Plomo Fundido» contra la Franja de Gaza, que se caracterizó por intensivos bombardeos e incursiones aéreas, así como por una ofensiva terrestre puesta en marcha el 3 de enero de 2009. Tras 22 días, la guerra de Gaza llegó a su fin el 18 de enero de 2009. El balance fue devastador: cerca de 1.300 palestinos resultaron muertos (entre estos, 900 civiles de los que 300 eran niños) y unos 5.300 heridos. ¿Cuáles son las consecuencias -humanitarias, médicas y económicas – de esta guerra? ¿Cómo se hacen sentir todavía hoy?

Los flagrantes problemas que afectan al sector de la salud de la población palestina de Gaza hoy, después de que la violencia alcanzase su punto álgido hace un año, ya existían desde hacía mucho tiempo, y fuera de este tipo de episodios de violencia extrema. Para MSF, en Gaza, durante el último año, el deterioro de la situación ha sido progresivo como consecuencia de un cúmulo de muchos factores, políticos y económicos:

– Años de conflicto palestino-israelí y de violencia, especialmente durante la ofensiva «Plomo Fundido».

– El embargo económico y su endurecimiento desde enero de 2008, sobre todo en lo que se refiere al suministro eléctrico y de carburante. Un bloqueo que hoy impide cualquier tipo de reconstrucción de posguerra.

– Los enfrentamientos inter-palestinos del verano de 2007 que no respetaron ni a los hospitales que se convirtieron en blanco de los mismos, con huelgas forzadas del personal sanitario, obligando a los actores humanitarios a tomar partido, obstaculizando el acceso a la asistencia.

Multitud de factores de deterioro cuyas consecuencias directas o indirectas se hacen sentir todavía hoy.

La calidad de los servicios de salud, ya frágiles, disminuye aún más:

La capacidad del sistema de salud para funcionar correctamente se ha reducido mucho. Una parte importante del equipamiento médico no es fiable, pero debido al embargo resulta muy difícil importar algunas piezas de recambio. Asimismo, los servicios médicos también deben hacer frente a la escasez de medicamentos.

Muchas de las más de 5.000 personas que resultaron heridas durante la guerra de enero, han quedado con discapacidades, y el único centro de rehabilitación de la Franja de Gaza también tiene dificultades para importar la materia prima y los compuestos necesarios para producir miembros artificiales. La espera para recibir y ver colocada una prótesis puede alargarse hasta mediados de 2010. Mientras tanto, 150 personas con discapacidad esperan, y las municiones sin explotar siguen matando e hiriendo a la población. «Dos niños murieron y por lo menos tres resultaron heridos mientras jugaban con estas municiones. Después de un año, los niños de Gaza siguen perdiendo la vida a consecuencia de la guerra» se lamenta Jean-Luc Lambert, Jefe de Misión de MSF.

Las personas desfiguradas y heridas deberían poder beneficiarse de la cirugía reconstructiva y de cuidados postoperatorios. Pero el único cirujano plástico de Gaza apenas puede ocuparse de todos los que lo necesitan, mientras que los accidentes domésticos, las explosiones de gas butano, y los enfrentamientos interpalestinos siguen cobrándose víctimas.

Se estima que un 40% de los pacientes con enfermedades crónicas no pudieron recibir el tratamiento que necesitaban durante la ofensiva de enero, pues entonces se le dio prioridad a las urgencias de vida o muerte. Sin duda, esto ha tenido un impacto a largo plazo sobre la salud de estos pacientes. «La quimioterapia – que a menudo combina tres medicamentos – está parcialmente disponible en Gaza porque sólo dos de ellos pueden conseguirse allí. Y a pesar de que un 30% de todos los casos de cáncer en Gaza son de mama, es imposible importar el producto químico utilizado para la realización de mamografías» constata Jean-Luc Lambert.

Los pacientes que no pueden ser tratados en la Franja de Gaza deberían poder recibir asistencia fuera del Territorio Palestino, pero las peticiones de autorización de salida son tan complicadas de obtener – tanto del lado israelí como del palestino – que algunas personas no pueden salir de Gaza a tiempo para llegar a su cita.

El impacto psicológico de la ofensiva «Plomo Fundido» resulta difícil de medir:

«El impacto psicológico de la ofensiva Plomo Fundido resulta difícil de medir. El equipo de psicólogos de MSF debe responder a un gran flujo de demandas y por consiguiente a una muy larga lista de espera.»

Los niños se ven especialmente afectados (fracaso o absentismo escolar, agresividad, enuresis). La violencia doméstica se ha convertido en un verdadero problema social. «Durante la guerra, la falta de abrigo seguro contra los bombardeos casi continuos y el cierre de fronteras pusieron a la población atrapada en una situación de vulnerabilidad extrema. La gente perdió la sensación de seguridad, componente fundamental del bienestar psicológico general». Según la OMS, entre 20.000 y 50.000 personas seguirán sufriendo problemas mentales a largo plazo como consecuencia de la ofensiva.

Un marasmo económico:

Los medios de subsistencia han sido sistemáticamente destruidos, sobre todo desde el mes de enero pasado. Numerosas pequeñas empresas, tanto industriales como comerciales, así como casas particulares, desaparecieron por completo o sufrieron importantes daños. El coste de esta destrucción masiva, según estimaciones de Naciones Unidas, es de 139 millones de dólares americanos.

Actualmente, en Gaza hay 140.000 personas sin empleo, es decir un 50% de su población (frente a un 32% en 2007). «Esta cifra se sitúa entre las más elevadas del mundo. La imposición del bloqueo es la causa de la pérdida de 120.000 empleos en el sector privado. Mientras que, como media, un trabajador debe sustentar a 6 o 7 miembros de su familia y es por este motivo que un 70% de las familias viven con menos de 1 dólar americano al día. Un 75% de la población de Gaza, es decir, más de 1,1 millones de personas, dependen de la ayuda alimentaria».

Las restricciones ligadas al refuerzo de la seguridad, la última ofensiva militar y la limitación cada vez más drástica de zonas de pesca y de cultivo afectan el aprovisionamiento de alimentos y provocan importantes fluctuaciones de precios. En enero de 2007, más de 600 cargamentos entraban en Gaza a diario mientras que hoy estos ascienden a menos de 100, de los que un 70% son productos alimenticios.

Por último, con el invierno que se avecina, las limitaciones sobre las importaciones de materiales de construcción contribuirán a degradar más las condiciones de vida ya precarias de los 20.000 desplazados que hoy viven mayoritariamente, un año después, en refugios improvisados o entre los escombros de lo que queda de sus casas.

Escasez de electricidad, agua y saneamiento:

Durante la ofensiva «Plomo Fundido», infraestructuras cruciales para el suministro de electricidad y agua así como para el sistema de saneamiento quedaron parcialmente destruidas. «Sólo queda una sola central eléctrica en Gaza. Un 60% de las necesidades en materia de energía se consiguen gracias a la compra de electricidad a Israel y a Egipto. Los cortes de corriente que duran de 4 a 8 horas son diarios y un 10% de la población carece de acceso a la electricidad».

El sistema de suministro de agua también es extremadamente frágil y un 90% del agua suministrada a los habitantes de Gaza es – según normativa de la OMS – no apta para el consumo. Cada día unos 80 millones de litros de agua no tratada son vertidos al Mediterráneo con los consiguientes riesgos para la salud y el medio ambiente, sobre todo para los productos procedentes de la pesca. Los casos de enfermedades trasmitidas por el agua, como diarreas agudas, aumentan. Sin embargo, a pesar de todo esto, al día de hoy no se ha podido efectuar ningún tipo de reconstrucción o reparación de estas infraestructuras.

«Es verdaderamente urgente hoy levantar el bloqueo. Falta de todo, incluyendo libros y lápices. Los hospitales y las escuelas no tienen ventanas ni techos. Hay que reconstruirlo todo: las casas, las estructuras de salud, las infraestructuras públicas… Sólo así la población podrá rehacerse física y psicológicamente» concluye Jean-Luc Lambert.

Del lado de Cisjordania:

En Hebrón y en Nablus, MSF lleva a cabo un programa psicológico médico-social destinado a poblaciones que padecen las consecuencias del conflicto externo (palestino-israelí). Mediante terapias cortas, nuestros equipos intentan aliviar el sufrimiento psicológico de estos pacientes. En función de las necesidades, nuestros psicólogos también refieren pacientes al médico y al trabajador social de MSF, así como a otras estructuras y organizaciones de ayuda.

En marzo-abril, nuestros equipos de apoyo psicológico en Hebrón observaron un crecimiento de las demandas, probablemente como consecuencia de la guerra de Gaza. En efecto, a raíz de la ofensiva israelí «Plomo Fundido» en enero, las incursiones, arrestos y manifestaciones en Cisjordania fueron muchas y frecuentes. Nuestros psicólogos trataron a personas afectadas por estos incidentes violentos.

En Nablus, aunque el número de muertos asociados al conflicto palestino-israelí sea menor, el acoso moral continúa y genera violencia. Bajo el control de la Autoridad Palestina de día, es por la noche cuando el ejército israelí continúa una expansión justificada por su «crecimiento natural». En Cisjordania solamente en la zona de Nablus hay unos 300.000 colonos viviendo en una decena de colonias.

Durante la primera mitad de 2009, los equipos de MSF en Hebrón realizaron 683 consultas de salud mental. A finales de mayo, los equipos de Nablus hacían el seguimiento de 71 pacientes, de los que un 80% eran mujeres y niños.

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