La erupción de un volcán y una tormenta tropical causan estragos en Guatemala

Con pocas horas de diferencia, el país se vio azotado por estos dos desastres naturales. Los equipos de MSF recorrieron las zonas afectadas para evaluar necesidades y ya están comenzando a distribuir kits de higiene y a brindar atención médica y psicológica. Primero cayó la lava, rocas y arena. Después vino la lluvia. Los guatemaltecos […]

Con pocas horas de diferencia, el país se vio azotado por estos dos desastres naturales. Los equipos de MSF recorrieron las zonas afectadas para evaluar necesidades y ya están comenzando a distribuir kits de higiene y a brindar atención médica y psicológica.

Primero cayó la lava, rocas y arena. Después vino la lluvia. Los guatemaltecos apenas tuvieron tiempo para recuperarse de la erupción del volcán Pacaya la noche del 27 de mayo, cuando horas más tarde la tormenta tropical Ágata azotó el país. Ríos desbordados, puentes colapsados, carreteras cortadas por deslizamientos de tierra, cultivos inundados, viviendas destrozadas, casi 200 personas muertas y decenas de miles de desplazados y evacuados, la tormenta tropical dejó huella en 21 de los 22 departamentos del país.

Un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) se encontraba en Ciudad de Guatemala trabajando en un proyecto de atención a víctimas de violencia sexual. En cuanto empezó a difundirse la información sobre la magnitud de la tormenta y sus efectos, Patricia Parra, jefa de misión de MSF en Guatemala, tomó acción. “La prioridad era contactar al gobierno y evaluar las necesidades médicas y humanitarias,” dice Patricia. “Como en otros desastres naturales, ha sido difícil obtener información precisa y llegar a las zonas afectadas en los primeros días,” explica. Tras la erupción del volcán, el aeropuerto internacional de la capital se mantuvo cerrado por cinco días. Deslizamientos de tierra y puentes colapsados cortaron carreteras y aislaron a varias comunidades.

El gobierno declaró el estado de emergencia y evacuó a gente afectada, convirtiendo escuelas y salones municipales en albergues. El martes 1 de junio, cuatro trabajadores de MSF llegaron a Ciudad de Guatemala por tierra desde El Salvador, donde se unieron al equipo ya presente en la capital. Durante los próximos tres días, personal médico, logistas y psicólogos se dividieron en tres equipos y recorrieron las zonas más afectadas en coche y helicóptero. Visitaron albergues y hablaron con las autoridades de salud locales. Como la extensión de la tormenta fue tan grande, el equipo de MSF ha tardado varios días en evaluar la situación y las necesidades médicas.

“Nunca me había pasado algo así,” dice entre sollozos Micaela Quin, uno de los cientos de personas albergadas en el salón municipal, uno de los cinco albergues del municipio de Patulul, al oeste de Ciudad de Guatemala. La mayoría de las personas en este albergue vienen del pueblo vecino El Triunfo, inundado por el río. “Estaba yo ayudando a una persona a sacar sus cosas del río, cuando de repente vi que se lo arrastraba el río. Y ahí me dijeron, ‘Micaela, Micaela, vaya a ver usted también su casa!’, corrí y vi que el agua estaba en mi casa, saqué lo que pude, y lo demás, el ropero, los trastos, todo se quedó enterrado en el lodo.”

MSF está trabajando estrechamente con el Ministerio de Salud y la Coordinadora Nacional para Reducción de Desastres (CONRED), intercambiando información acerca de las áreas afectadas. Uno de los departamentos más castigados ha sido Izabal, al este del país, fronterizo con Honduras y la costa atlántica. Ahí, el río más largo del país, el Motagua, que normalmente tiene un cauce de tres metros de profundidad, creció con la tormenta hasta 12 metros de alto y 600 metros de ancho, inundando grandes extensiones de cultivos y viviendas.

Aura Inés vivía en una de las fincas bananeras de la zona que ha sido inundada en Izabal. Ha pasado los últimos cinco días en una escuela en el municipio de Los Amates. “Los administradores de la finca nos avisaron que sacáramos a los niños y saliéramos porque el río se iba a meter,” explica Aura. “Se llenaron las casas de agua. Perdimos todo, camas, muebles, trastes… No podemos regresar a casa porque hay mucho lodo y mosquitos. Aquí tenemos comida, hospedaje, nos están dando ropa… No sé cuando podremos regresar.”

Tras hacer la evaluación, seis trabajadores de MSF se han instalado en Izabal donde están empezando a distribuir kits de higiene (con cepillos de dientes, jabón, compresas…), y a brindar atención médica y apoyo psicológico a las personas afectadas por las inundaciones. Además de cargamentos con medicamentos, más personal médico y logístico llegará en los próximos días para unirse al equipo.

La médica argentina Cecilia Greco, coordinadora de emergencia de MSF en Izabal, dice: “Esperamos encontrarnos con patologías típicas de una zona de inundación; infecciones respiratorias, de piel, diarreas y síntomas psicosomáticos como el insomnio, la ansiedad, depresión… Estamos en la época de lluvias y la gente tiene miedo a regresar a sus casas por temor a que el río vuelva a crecer.”

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MSF trabaja en Guatemala desde 1986 y actualmente ofrece servicios de atención médica y psicológica a víctimas de violencia sexual en el hospital nacional y clínicas situadas en las zonas más violentas de la capital.

 

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