Colombia: «En Catatumbo, muchas personas viven a tres o cinco kilómetros de un centro de salud funcional, pero no van por miedo al conflicto»

En enero, choques armados en la región nororiental de Catatumbo llevaron al desplazamiento repentino de población más masivo de la última década en Colombia. Seis meses después esta región fronteriza con Venezuela sigue envuelta en la violencia y miles de personas sufren restricciones de movimientos que afectan su acceso a servicios esenciales, incluida la salud. Stephanie Hoffmann, que trabajó como coordinadora de emergencia de Médicos Sin Fronteras (MSF), explica la situación humanitaria.

¿Cuál es la situación actual del conflicto en Catatumbo y en el resto de Colombia?

La agudización del conflicto armado entre al Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencias de las FARC y el Ejército ha causado, según cifras oficiales, el confinamiento de más de 11.000 personas y el cierre de varios puestos de salud rurales en al menos siete municipios del Catatumbo.

Las restricciones de movilidad, tanto por orden de los grupos armados como por precaución o miedo de las personas, impiden a las comunidades acceder a servicios esenciales, incluso cuando están a pocos kilómetros de instalaciones.

La población está en riesgo ante la persistencia de combates en zonas cercanas a los núcleos habitados y ataques con drones de baja precisión. Muchas personas siguen desplazadas de sus hogares, en poblaciones como Tibú y Cúcuta, las principales cabeceras administrativas, y sigue habiendo nuevos desplazamientos.

Estos hechos se dan en medio de la mayor escalada de violencia que sufre Colombia desde 2016, cuando se firmó un Acuerdo de paz entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Según cifras de la ONU, los eventos de desplazamiento masivo en el país en los primeros dos meses de 2025 superaron el total de todo 2024.

¿Cuáles son las principales afectaciones humanitarias que ha provocado el conflicto?

En Catatumbo, Norte de Santander, en el noreste de Colombia, la ruptura de un pacto de no agresión entre el ELN y un grupo disidente de las FARC provocó el desplazamiento forzoso de más de 50 000 personas en menos de un mes. En Cúcuta, capital de la región, las autoridades tuvieron que abrir temporalmente el estadio General Santander para dar cobijo a la población.

Según las cifras oficiales, ha habido más de 60.000 personas desplazadas forzadamente. Las personas dicen que tuvieron que salir de manera intempestiva con sus niños, sin ropa, sin dinero y sin comida. Para muchos, no es la primera que viven esto. En las zonas confinadas, las personas tienen temor de salir en busca de servicios de salud.

Desde marzo, las actividades extramurales del Ministerio de Salud no se están haciendo de manera regular, tanto por la violencia en general, como porque al principio del conflicto hubo afectaciones directas a las estructuras médicas. Y algunos puestos de salud primaria de la zona rural de Tibú, El Tarra, Teorama, Convención, El Carmen, Sardinata y Ábrego están cerrados ahora.

En algunos casos una auxiliar de enfermería que vive en la zona podría brindar atención, pero no tiene medicamentos. Muchas personas viven a tres o cinco kilómetros de un centro de salud funcional, pero no van por el miedo.

Muchas escuelas no funcionan en este momento porque el Ministerio de Educación no puede enviar a los docentes. Solo continúan activas las escuelas del pueblo Barí, que aseguran las clases con profesores indígenas de la misma comunidad. Incluso algunos niños campesinos han estado asistiendo a las escuelas Barí para no suspender sus clases.

Las comunidades que hemos atendido están en zonas con poca o ninguna presencia estatal, muy rurales, de muy difícil acceso y en las que antes del conflicto tampoco había muchos servicios. En una vereda nos dijeron que llevaban más de dos años sin ver un médico.

¿Cómo ve la población esta agudización de la violencia?

En Catatumbo, Norte de Santander, en el noreste de Colombia, la ruptura de un pacto de no agresión entre el ELN y un grupo disidente de las FARC provocó el desplazamiento forzoso de más de 50 000 personas en menos de un mes. Las autoridades tuvieron que abrir temporalmente el estadio General Santander para dar cobijo a la población en Cúcuta, capital de la región.

La gente tiene muy poca esperanza porque ha sufrido 60 años de conflicto y porque es una zona rica en minerales, petróleo, palma y coca, lo que puede implicar la continuidad de disputas por el control territorial.

Además, se han empezado a ver pequeños picos de violencia provocados por la expansión o el fortalecimiento de otros grupos armados, que aún no afectan a la población, pero encienden alertas.

¿Qué hace MSF en la zona de Catatumbo?

Un equipo móvil de MSF llega al centro de salud de la aldea La Arenosa, en la región del Catatumbo, al noreste de Colombia. Prestan atención médica y psicológica a las comunidades afectadas por el conflicto actual, cuyo movimiento ha sido restringido por los actores armados.

Desde febrero, MSF realiza clínicas móviles en Catatumbo a las comunidades rurales más afectadas, confinadas. En los municipios de Ábrego, Teorama, Convención, Tibú, La Playa, El Carmen y Hacarí, y en el resguardo indígena Barí.

Trabajamos en zonas en donde se han suspendido las actividades extramurales del Ministerio de Salud o donde las personas tienen barreras para acceder a atención.

Actualmente, atendemos, de manera confidencial y gratuita, necesidades de salud primaria, incluyendo atención materno-infantil, salud sexual y reproductiva, enfermedades crónicas y salud mental. Tratamos a pacientes de todas las edades, tanto por enfermedades físicas como mentales.

¿Cuáles son esas principales afectaciones en salud?

MSF lleva clínicas móviles a las comunidades rurales afectadas por el conflicto armado en los municipios de Arauca, Tame, Arauquita y Puerto Rondó. Así como a los asentamientos informales de la capital de Arauca, donde viven migrantes venezolanos. Además, colombianos que regresan de Venezuela y personas desplazadas por la fuerza.

En las clínicas atendemos a muchos niños con enfermedades que van desde diarreas hasta signos de desnutrición. También estamos viendo muchos pacientes con enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión, que son especialmente preocupantes porque requieren un seguimiento y tratamiento continuo.

Hemos encontrado muchas personas de 20 o 30 años con hipertensión. Esto no es habitual para esa edad y que puede ser consecuencia del estrés agudo que les han provocado el desplazamiento forzoso y del confinamiento.

Hemos atendido a mujeres embarazadas que no han tenido controles prenatales. Hay mamás que nos preguntan si les podemos ayudar a hacer papeles de registro. Ellas tienen temor de ir al casco urbano para registrar a sus bebés. Incluso, hay mujeres que prefieren ir a Venezuela para dar a luz, aunque el hospital de Tibú quede a una hora.

¿Qué llamado hace MSF?

Es importante que todas las personas y las partes en conflicto recuerden que la ayuda humanitaria es un derecho humano. En estos momentos nuestro mayor reto es el acceso a las comunidades vulnerables. Como organización neutral, independiente e imparcial, nuestra única preocupación es poder llevar asistencia médica a la población que lo necesita. Nuestro llamado es a todos los actores en conflicto, para que garanticen el acceso a todas las organizaciones humanitarias y las entidades que pueden llevar servicios a estas comunidades.

Algunos datos de nuestra intervención

MSF lleva clínicas móviles a las comunidades rurales afectadas por el conflicto armado en los municipios de Arauca, Tame, Arauquita y Puerto Rondón, así como a los asentamientos informales de la capital de Arauca, donde viven migrantes venezolanos, colombianos que regresan de Venezuela y personas desplazadas por la fuerza.

Desde el inicio de la intervención en febrero hasta el 30 de junio, los equipos han realizado más de 2.600 consultas médicas, en las que encontraron condiciones de salud que reflejan una marcada carencia de acceso a atención médica, medicamentos y suministros básicos de higiene.

También se registraron 47 consultas médicas en atención prenatal y posnatal, casi todas a mujeres que no habían recibido controles previos principalmente por la falta de equipos médicos en los centros de atención rural y las largas distancias que deben recorrer.

Además, se ha atendido a un total de 179 pacientes con enfermedades crónicas, de los cuales el 90% no cuenta con tratamiento. La problemática es especialmente crítica en las comunidades confinadas. El equipo ha atendido también a 240 personas en consulta individual o familiar de salud mental. Entre los principales síntomas hemos encontrado los relacionados con depresión, ansiedad y trauma.

¿Qué otras actividades desarrolla MSF en Colombia?

Nuestros equipos también asisten a migrantes y víctimas del conflicto en el departamento de Arauca, también fronterizo con Venezuela. Brindamos atención a poblaciones vulnerables con limitaciones de acceso a salud en la zona urbana de la capital provincial y a víctimas del conflicto armado en zonas rurales.

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