Atrapados en Marruecos

MSF asiste a los muchos inmigrantes subsaharianos que en su ruta hacia Europa se han quedado bloqueados en Marruecos, donde viven en condiciones muy precarias. Detrás de la inmigración se esconde la historia de muchas personas que han recorrido miles de kilómetros hasta Marruecos, donde se quedan estancados antes de poder llegar a su destino […]

MSF asiste a los muchos inmigrantes subsaharianos que en su ruta hacia Europa se han quedado bloqueados en Marruecos, donde viven en condiciones muy precarias.

Detrás de la inmigración se esconde la historia de muchas personas que han recorrido miles de kilómetros hasta Marruecos, donde se quedan estancados antes de poder llegar a su destino final: Europa. La aventura de Grace (nombre ficticio) empezó hace cuatro años cuando dejó Nigeria con 28, un poco de dinero prestado y un único objetivo: llegar a Europa para trabajar. En el camino, vivió en Malí, pasó por Argelia y, finalmente, entró en Marruecos por la cuidad de Oujda. Desde entonces ha intentado cruzar a España varias veces en patera sin éxito. Cuatro años más tarde ya no tiene dinero para volver a intentarlo ni para volver a su país, tiene una hija de cuatro meses que se llama Destiny (Destino) y sufre hipertensión arterial. “Tengo una angustia aquí dentro”, dice señalando su entre pecho, “es algo constante. Nunca sabes cuando vendrá la policía. Los problemas son diarios, vienen y nos echan, lo queman todo”.

Grace vive en una de las casas abandonadas en las afueras de la ciudad de Oujda, a unos kilómetros de la frontera con Argelia. Ahí se quedan muchos inmigrantes subsaharianos que han sido expulsados. Se trata de una zona desértica y muy árida donde las temperaturas oscilan entre los 40º grados en verano y los 0º grados en invierno. En esta tierra de nadie los inmigrantes subsaharianos malviven en casas abandonadas en grupos de entre 50 y 100 personas utilizando mantas y plásticos repartidos por MSF como único refugio y durmiendo al raso en condiciones higiénicas muy precarias. Algunos viven esparcidos en los bosques cercanos a la ciudad y en el campus de la Universidad de Oujda, donde se concentran alrededor de 300 hombres. Se juntan por nacionalidades o por lenguas (anglófonos y francófonos) y cada vez hay más mujeres y niños que nacen en Marruecos.

La situación de los inmigrantes

El incremento en la vigilancia y presencia policial en los bosques alrededor de Ceuta y Melilla tras los intentos masivos para cruzar las vallas en octubre 2005, y el aumento de las repatriaciones provocaron la práctica desaparición de los campamentos de inmigrantes situados en las proximidades de estas dos ciudades. Como consecuencia, la gran mayoría de los inmigrantes se han desplazado a las grandes ciudades como Rabat y Casablanca, donde se concentran unas 5.000 personas. Otros se desplazaron a los alrededores de la ciudad de Oujda, donde, según un cálculo estimado, podría haber entre 1.000 y 1.700 personas esperando una oportunidad para pasar a España. Algunos llegan ahí por primera vez de sus países cruzando desde Argelia; otros llegan desde Rabat y Casablanca para aprovechar el buen tiempo y hacer la travesía en patera y otros han sido expulsados desde otros puntos de Marruecos.

“Los inmigrantes se encuentran actualmente en una situación de bloqueo y estancamiento ya que tanto la posibilidad de continuar su travesía hacia Europa como la de volver a sus países de origen queda limitada”, explica Jorge Martín, coordinador general de MSF en Marruecos y médico de profesión. “Por ello, Marruecos se ha convertido en un país no sólo de tránsito si no también de estancias más largas, y eso crea frustración, incertidumbre y violencia. Para acceder a esta población, que quiere ser invisible, hay que establecer una relación de confianza, que se consigue con la proximidad”, añade. Además, cuenta Martín, para acceder a medios de subsistencia sus posibilidades de se limitan a la mendicidad o a la explotación laboral, lo que aumenta su situación de extrema precariedad.

El trabajo de MSF

El objetivo de MSF en Maruecos es facilitar el acceso a la salud para los inmigrantes y mejorar sus condiciones de vida en general. El equipo de Oujda visita a los inmigrantes una vez al mes para pasar consulta con clínicas móviles. “Además, si hay alguna urgencia, nos llaman y venimos en cualquier momento”, cuenta Jamal, un enfermero marroquí, mientras atiende a una chica que requiere su asistencia. Esta joven de Nigeria, que lleva a su hijo en la espalda, vive en el bosque. “El sábado intenté cruzar en una patera, éramos unos 60”, cuenta. “Pero nos vieron y nos devolvieron a Oujda”. La gasolina le provocó una quemadura en la parte de la cintura que sigue abierta.

Cuando es necesario, MSF lleva a los inmigrantes al hospital para que sean atendidos por el sistema público de salud gracias al compromiso y la colaboración del personal sanitario. En Rabat y Casablanca, el trabajo de mediación a través de los agentes de proximidad de MSF, quienes conocen bien a los inmigrantes y cuentan con su confianza, toma más relevancia. Muchos de los subsaharianos no van a los centros de salud por la desconfianza en las instituciones.

Los problemas de salud

Las patologías que MSF encuentra entre los inmigrantes son diferentes en el medio rural (Oujda) y en el medio urbano (Rabat y Casablanca). “En Oujda”, cuenta Martín, “vemos muchos más casos de heridas por violencia provocadas por las peleas entre ellos y cuando huyen de la policía. La mayoría de patologías que encontramos son infecciones respiratorias, diarrea y problemas en la piel, que están relacionadas con sus condiciones de vida y a las temperaturas extremas”. En cuanto a patologías agudas, es habitual que los pacientes interrumpan los tratamientos ya que los inmigrantes tienen preocupaciones más básicas como, por ejemplo, donde dormir y donde conseguir comida. Sin embargo, en Rabat y Casablanca, “las condiciones de vida son más aceptables y, por tanto, detectamos patologías más complejas como tuberculosis o sida y menos casos de violencia”, añade.

Otro de los problemas médicos cada vez más presentes entre los subsaharianos son los problemas de salud mental. “Los controles migratorios son menos violentos pero más sistemáticos, lo que les hace estar en estado de alerta y estrés continuo. Esto, unido a que cada vez están más tiempo en Marruecos bloqueados sin saber cuándo podrán seguir su camino y sin expectativas de futuro está provocando tensiones entre ellos. La gente está más deprimida y más ansiosa ya que la situación se hace crónica y muchos son expulsados varias veces a la frontera, viviendo un evento agudo repetitivo que se suma a sus condiciones de vida”, concluye.

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Médicos sin Fronteras (MSF) trabaja asistiendo a los inmigrantes subsaharianos en Marruecos desde 2003 con programas de salud preventiva y curativa y de mejora de condiciones de vida para las poblaciones que viven en zonas rurales. Este trabajo de asistencia sanitaria se hace en colaboración con los servicios de salud pública marroquí, donde existe un compromiso de los profesionales de la salud marroquí de atender a los inmigrantes en sus estructuras. Desde 2007, siguiendo la movilidad de los inmigrantes y respondiendo a las necesidades crecientes en las zonas urbanas, MSF ha empezado a trabajar en Rabat y Casablanca, donde se concentran la mayor parte de ellos y donde existe una voluntad política del Ministerio de Salud Pública para facilitar su acceso a los servicios de salud.
 

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