Herat, Afganistán: «En este momento tenemos 50 niñas y niños en 20 camas»

MSF

Frente a la crisis política y económica en Afganistán, nuestros equipos atienden a cientos de niñas y niños en la unidad de cuidados intensivos del departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat y en el centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados. A pesar de las dificultades que enfrentan para acceder a la atención médica en ese país, ver a las y los pacientes recuperarse brinda esperanza a nuestros compañeros.

Cada mes, cientos de niñas y niños enfermos ingresan en la unidad de cuidados intensivos del departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat, que cuenta con el apoyo de nuestra organización, y en el centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados gestionado por nuestros equipos. La mayoría sufren desnutrición grave y luchan por su vida. A pesar de las dificultades que enfrentan las niñas y niños para acceder a la atención médica en Afganistán, ver a las y los pacientes recuperarse brinda esperanza a nuestros equipos.

Nyayesh, de ocho meses, ha estado en coma durante tres días. Su madre se sienta con ella y la acaricia, mientras tararea suavemente una canción. «Nyayesh tiene una neumonía que ha sobrepasado a su debilitado cuerpo«, dice la pediatra Solveig Köbe. «Entró en estado de shock y estaba inconsciente cuando nos la trajeron. Tenía una grave dificultad para respirar y su circulación y corazón estaban extremadamente débiles».

Nuestro equipo en la unidad de cuidados intensivos del departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat le administra a la niña una infusión de adrenalina para el shock. Nyayesh recibe oxígeno y líquidos, así como altas dosis de antibióticos para combatir la infección. Pero la pequeña permanece inconsciente. «Estamos muy preocupados por ella», dice Köebe, que trabaja para MSF en Herat desde hace seis meses, «Nyayesh podría sufrir daño cerebral».

Köbe y su equipo brindan tratamiento a muchas niñas y niños muy enfermos. Como Nyayesh, la mayoría sufre desnutrición severa. Tienen complicaciones como infecciones respiratorias, neumonía o sarampión. 

«Carecen de energía y de fuerza para luchar contra las infecciones por sí mismos», dice Köbe.

Un defecto cardíaco congénito hace que sea aún más difícil para el cuerpo de Nyayesh hacer frente a la mala nutrición y la inflamación.

«No tenemos nada para comer».

El acceso a los alimentos ya era precario en Afganistán mucho antes de la agitación política de agosto pasado. Las cosechas se redujeron por la persistencia y por las personas que huían de sus hogares para escapar del conflicto. Después de que terminó el conflicto y la toma del poder por los talibanes, los donantes internacionales retiraron los fondos que apuntalaban la economía afgana. Las sanciones y otras medidas contra el nuevo gobierno provocaron una crisis económica. Los bancos se paralizaron y la gente ya no podía acceder a sus ahorros. Miles perdieron sus empleos. Al mismo tiempo, los precios de los alimentos aumentaron. 

«No tenemos trigo ni nada más para comer», informa una mujer cuya nieta recibe tratamiento del equipo en Herat. “No hay trabajo para nosotros. Mi nieta está muy enferma por el hambre y la pobreza”, dice.

El sistema de sanitario amenazaba con colapsar tras el cambio de poder. “Ya estaba sub financiado y dependía de la ayuda internacional. De repente, esta ayuda ya no existía”, dice Köbe.

Aunque la ayuda financiera internacional al sistema de sanitario se reestableció, esta es menor que antes: no financia todas las instalaciones de salud y solo se comprometió hasta junio. Lo que ocurra después es incierto. Muchas instituciones estatales ya no pueden pagar los salarios del personal o los costos de funcionamiento. «La población también tiene que pagar los medicamentos y los materiales, como las agujas de infusión y las compresas», dice Köbe, «la mayoría de ellos no son capaces de hacerlo».

Los pacientes se quintuplicaron

Cuando el sistema de salud estaba en su punto débil, contratamos a más personal médico para nuestra clínica ambulatoria para mujeres embarazadas, niñas, niños y personas con enfermedades no transmisibles en Kahdestan, un suburbio de Herat, en septiembre de 2021. Cada vez acuden más personas, y el equipo a veces trataba hasta 200 pacientes al día. En octubre, instalamos contenedores para disponer de camas adicionales en su centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados. En diciembre, también comenzamos a brindar apoyo a la sala de emergencias y la unidad de cuidados intensivos del departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat. En las primeras semanas desde que comenzó nuestro apoyo, el número de pacientes incrementó cinco veces en comparación con el año anterior: «En este momento tenemos a 50 niños en 20 camas», dice Köbe.

Hasta tres niños por cama

La sala es muy concurrida y ruidosa. “Hay dos niñas o niños en la mayoría de las cunas, y a veces tres. Sus madres se quedan a su lado todo el día y duermen junto a sus hijas e hijos en sillones plegables por la noche”, dice Köbe. El equipo hace lo que puede. Las y los médicos estabilizan a niños y niñas, tratan sus infecciones y les proporcionan leche terapéutica hipercalórica hasta que recuperan sus fuerzas. «Es increíblemente estresante, experimentamos grandes dificultades todos los días. Pero también tengo la buena sensación de que juntos como equipo les estamos dando una oportunidad a las niñas y niños».

Nyayesh se está riendo de nuevo

Nyayesh atendido en el departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat, Afganistan

El tratamiento de Nyayesh muestra la importancia de la atención médica, el personal capacitado y los suministros suficientes. Después de otro día en coma, Nyayesh finalmente despierta. Se está recuperando, ya no necesita oxígeno a través de un tubo y es amamantada nuevamente.

El progreso de Nyayesh le da esperanza al equipo, aunque la preocupación por su futuro se mantiene. “Nyayesh puede vivir con su defecto cardíaco. Pero sus posibilidades de mantenerse sana serían aún mejores si pudiera ser operada”, dice Köbe. Pero en Afganistán es difícil obtener tratamiento para su condición. Sin embargo, Köbe se mantiene confiada: “el alimento terapéutico fortalece a Nyayesh y su sistema inmunológico. Ahora su cuerpo puede enfrentar mejor a las infecciones. Hubo un momento en que acudí a verla por la mañana cuando realizaba la ronda. Se sentó en el regazo de su madre y se rió de mí. Fue entonces que supe que ya había superado lo peor».

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