
Yvonne y su hijo Maxime en la sala de sarampión del hospital Bossangoa, ella reconoció los síntomas de su hijo de la última epidemia, cuando ella era una niña. Yvonne comenta que la medicina tradicional era la única opción en ese momento, ya que no había ONG, médicos ni hospitales en la región. Aunque la situación ha mejorado, Yvonne dice que no es suficiente y que los niños siguen muriendo en su comunidad. República Centroafricana, marzo de 2020. © James Oatway
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Yvonne y su hijo Maxime en la sala de sarampión del hospital Bossangoa, ella reconoció los síntomas de su hijo de la última epidemia, cuando ella era una niña.
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Yvonne y su hijo Maxime en la sala de sarampión del hospital Bossangoa, ella reconoció los síntomas de su hijo de la última epidemia, cuando ella era una niña. Yvonne comenta que la medicina tradicional era la única opción en ese momento, ya que no había ONG, médicos ni hospitales en la región. Aunque la situación ha mejorado, Yvonne dice que no es suficiente y que los niños siguen muriendo en su comunidad. República Centroafricana, marzo de 2020.
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Yvonne y su hijo Maxime en la sala de sarampión del hospital Bossangoa, ella reconoció los síntomas de su hijo de la última epidemia, cuando ella era una niña.