Andrés cuenta su experiencia como coordinador en el campo de desplazados de Tomping, en Sudán del Sur, donde miles de personas han buscado refugio tras huir de la violencia.
"Me anima ver el aporte que implica que Médicos Sin Fronteras esté presente en contextos de conflictos armados. Lo observo diariamente con cada paciente grave que atiendo y que sé que porque la organización está allí, esa persona tiene acceso a atención médica."
"Algo de lo que estoy absolutamente orgulloso como parte de Médicos Sin Fronteras, es la voluntad férrea de querer estar donde sentimos que tenemos que estar: al lado de la gente, porque compartimos esa empatía por el sufrimiento de la persona que está ahí".
"Cuando uno siente que ya no puede más, son los propios pacientes los que te motivan a seguir adelante. Cada una de esas mujeres a las que vi, y pude ayudar por medio de la cirugía, hacen que valga la pena el esfuerzo."
"Médicos Sin Fronteras es una organización humanitaria y trabaja concretamente: la ayuda está ahí, es muy real. Uno la ve y se da cuenta por qué MSF está ahí. No hay discusión ni una duda sobre la utilidad de lo que hacemos. El impacto es claro."
"Uno se siente bien, porque al llegar a los lugares donde no se llega uno le da un poco de esperanza a la gente, les devuelve un poco de dignidad para que puedan por lo menos en esos momentos más complicados, ayudarlos a recuperar su normalidad."