A pesar de los muchos estallidos de conflictos y las restricciones impuestas por la pandemia, Médicos Sin Fronteras proporcionó asistencia humanitaria y médica vital en 16 de las 26 provincias del país. Nuestros servicios incluyeron atención médica general y especializada, nutrición, vacunaciones, cirugía, atención pediátrica y materna y apoyo médico y psicológico a supervivientes de violencia sexual y otras personas vulnerables, así como programas de tratamiento y prevención del VIH, la tuberculosis (TB) y el cólera. En 2020, también respondimos a la enorme epidemia de sarampión, a dos brotes simultáneos de Ébola y a el COVID-19, que, antes de acabar el año, se había cobrado casi 600 vidas.
COVID-19
El impacto de la pandemia se sintió en los 14 proyectos regulares y 28 intervenciones de emergencia de MSF en RDC. En la ciudad más afectada, Kinshasa, la capital, entre abril y septiembre ofrecimos apoyo de emergencia (incluyendo el tratamiento de pacientes) en el Hospital Saint Joseph. Además, nuestros equipos lanzaron una campaña en Facebook para responder a la falta de información sobre el COVID-19, que había provocado desconfianza, rechazo y, en ocasiones, reacciones violentas hacia el personal médico. En las provincias donde teníamos proyectos regulares, adaptamos las instalaciones para garantizar la continuidad de la atención; así lo hicimos por ejemplo en el hospital de Kabinda, que brinda tratamiento para el VIH avanzado y la TB a casi 2.100 personas.
Sarampión
Si bien gran parte de la atención mundial se centró en el COVID-19, República Democrática del Congo todavía estaba sumida en el mayor brote activo de sarampión del mundo, que había comenzado a mediados de 2018. Aunque el brote se declaró finalizado el 25 de agosto, después de esta fecha hubo un aumento de casos en las provincias de Mongala, Ecuador, Ubangi Norte y Sankuru, por lo que mantuvimos las campañas de vacunación y el tratamiento de pacientes con complicaciones. Según el Ministerio de Salud, entre enero y agosto de 2020, hubo unos 70.650 casos confirmados y algo más de 1.020 muertes.
Ébola
En el este, el 25 de junio se declaró terminado el décimo y mayor brote de Ébola de la historia del país. Para entonces, 3.470 personas se habían contagiado, de las cuales habían muerto casi 2.290. MSF colaboró dando atención médica en los centros de tratamiento y tránsito, ofreciendo atención no relacionada con el Ébola, colaborando en el programa de vacunación y difundiendo información sanitaria.
Cuando el 1 de junio se declaró el undécimo brote, en la provincia de Ecuador, era evidente, por experiencia, que se necesitaría un alto grado de descentralización y fuertes recursos logísticos, debido a la propagación de los casos, a los problemas de acceso y aceptación, y a la preferencia generalizada por la asistencia sanitaria en las propias comunidades. Se implementó gradualmente un modelo de atención descentralizado, en el que se desplegaron equipos móviles para tratar a pacientes en áreas de difícil acceso. En la iniciativa de respuesta conjunta, se utilizaron las últimas herramientas médicas, se mejoró la capacidad de los laboratorios y se establecieron unidades de aislamiento comunitarias. Cuando se declaró el final del brote el 18 de noviembre, había unos 120 casos confirmados y 55 personas habían muerto, una tasa de letalidad del 42,3%, mucho más baja que el 66% del brote anterior.
En 2020, MSF trató en total a casi 200 pacientes con Ébola.
Violencia sexual
La violencia sexual sigue estando muy extendida, tanto en las provincias afectadas por el conflicto como en las que se consideran más estables. Durante 2020, MSF brindó atención médica y psicológica a supervivientes de violencia sexual en Kasai Central, Ituri, Kivu Norte, Kivu Sur, Maniema y Alto Katanga. Aunque muchas personas que han sufrido agresiones buscan atención en los centros en los que trabajamos, creemos que la magnitud del problema no se ha calibrado de la manera adecuada. En 2020, habían sido agredidas por personas armadas más de la mitad de las personas atendidas en algunos de estos centros apoyados por MSF o por los equipos comunitarios.
En las áreas donde trabajamos, observamos que a las personas agredidas les cuesta conseguir la atención especializada que necesitan, debido a los conflictos armados, la falta de infraestructuras o medicamentos, la vergüenza y el miedo al estigma o a las represalias. Durante el tercer trimestre del año, el 66% de las personas supervivientes de violencia sexual buscaron atención dentro de las 72 horas posteriores a la agresión; esto les permitió recibir profilaxis para el VIH, anticonceptivos de emergencia, antibióticos para prevenir infecciones de transmisión sexual y vacunas contra el tétanos y la hepatitis B. También recibieron apoyo psicológico y les fueron curadas las lesiones sufridas.
Atención médica general y especializada
En las provincias de Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur, plagadas de conflictos durante muchos años, MSF mantuvo la atención médica general y especializada en proyectos de largo plazo, que garantizan la continuidad de la atención vital y la respuesta a emergencias, como epidemias y desplazamientos masivos. Sin embargo, el aumento de la violencia en 2020 y su impacto en nuestros equipos en algunas de las áreas afectadas provocaron una reducción de nuestras actividades y nuestra capacidad para llegar a los pacientes.
En el territorio de Masisi, en Kivu Norte, donde llevamos más de una década trabajando, un incidente que afectó a pacientes y equipos médicos causó que redujéramos la atención médica que estábamos prestando mediante clínicas móviles, servicios externos comunitarios y ambulancias.
En Kivu Sur, los equipos de MSF sufrieron varios incidentes en el territorio de Fizi, como ya había venido ocurriendo en años anteriores. Esto nos obligó a reducir nuestra presencia en Fizi y traspasar a las autoridades sanitarias todas nuestras actividades, con excepción de los servicios esenciales. Durante 2020, comenzamos a estudiar formas de adaptar nuestra forma de trabajar para poder mantener nuestra asistencia sin exponer a pacientes y personal a los graves riesgos que afrontamos actualmente.