En 2020, MSF organizó una serie de respuestas de emergencia a el COVID-19 en México, uno de los países con mayor mortalidad por el virus. En mayo, comenzamos a trabajar en una unidad de extensión hospitalaria en el estadio Los Zonkeys de Tijuana (Baja California), para pacientes con síntomas leves y moderados; traspasamos la instalación a las autoridades sanitarias en junio. También atendimos a pacientes con COVID-19 leve, moderada y grave en dos centros habilitados en las universidades de Reynosa y Matamoros; estas actividades finalizaron el 1 de octubre.
Adoptamos una estrategia móvil centrada en apoyar la prevención y control de infecciones. Nuestros equipos visitaron nueve estados para evaluar 46 establecimientos médicos, capacitar al personal y reorganizar los flujos de personal y pacientes. Otro equipo brindó soporte técnico y capacitación en 40 refugios a lo largo de la ruta migratoria.
Además, nuestros equipos atendieron consultas médicas, psicológicas y de trabajo social para ayudar a las personas migrantes atrapadas en la frontera norte. Trabajamos en todos los refugios de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, así como en un asentamiento de solicitantes de asilo. En Reynosa, también continuamos asistiendo a víctimas de la violencia y, en Guerrero, visitamos comunidades que se habían quedado sin servicios médicos debido a la violencia generalizada. En el sur, atendimos a los migrantes mediante clínicas móviles. En febrero, publicamos un informe sobre el perjudicial impacto que tienen las políticas de Estados Unidos y México en la salud de las personas migrantes.
En Ciudad de México, seguimos trabajando en nuestro centro especializado de atención médica y salud mental para migrantes que han sufrido tortura o violencia extrema en sus países de origen o a lo largo de la ruta migratoria.