Médicos Sin Fronteras respondió a múltiples emergencias médicas por todo Irak y atendió a miles de personas desplazadas por la guerra contra el Estado Islámico, a manifestantes heridos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y a pacientes con COVID-19. También apoyó a un sistema nacional de salud que aún está empezando a reconstruirse y que sigue presentando carencias en la atención médica esencial.
Apoyo a la preparación para emergencias
Dadas las manifestaciones masivas que comenzaron a finales de 2019 continuaron en 2020, MSF lanzó una intervención de emergencia en las gobernaciones de Nayaf, Di Car y Basora para responder al aumento de heridos. En Nayaf, organizamos formaciones sobre atención a víctimas en masa en tres hospitales locales; en Nasiriya, colaboramos con la sala de urgencias del Hospital Al Hussein, también mediante capacitación sobre atención traumatológica, lesiones críticas y reanimación; y en Basora, en colaboración con el Departamento de Salud, las formaciones se centraron en la preparación para emergencias y la atención de traumatismos por parte de personal paramédico.
Respuesta a el COVID-19
Quedó claro de inmediato, al llegar la pandemia, que la sanidad iraquí no iba a poder afrontar el incremento de las necesidades: muchos hospitales y centros de salud siguen sin rehabilitarse y no funcionan a pleno rendimiento, y escasean tanto el personal sanitario especializado como los medicamentos. MSF decidió mantener las actividades vitales, al tiempo que fortalecía las medidas de prevención y control de infecciones e implementaba protocolos de triaje y derivación que protegieran a pacientes y personal.
En Bagdad, la ciudad más afectada por el virus, apoyamos al Hospital Ibn Al Jatib (público), que había sido designado como uno de los tres hospitales principales de atención a el COVID-19; enviamos un equipo para capacitar al personal médico en el triaje de pacientes y la prevención y control de infecciones. También dimos apoyo al Hospital Universitario Al Kindi, tratando a pacientes graves; al comienzo del brote, trabajamos en la unidad de cuidados respiratorios (que también tenía camas de cuidados intensivos). Más adelante, abrimos nuestra propia sala, de 24 camas, y luego nos trasladamos gradualmente a una sala de 36, en un ala especialmente diseñada para este cometido.
También apoyamos la respuesta al brote en Mosul, en la gobernación de Nínive, transformando de manera temporal nuestro hospital posoperatorio (de 64 camas) en un centro de tratamiento para personas con diagnóstico confirmado o sospechoso. A mediados de noviembre, abrimos otra uci, de 15 camas, en el Hospital Al Salam, para ofrecer atención avanzada a pacientes graves o críticos.
En otras instalaciones de Nínive, así como en las gobernaciones de Erbil, Diala, Kirkuk y Dohuk, impartimos formaciones sobre el control de infecciones. Además, en el campo de desplazados de Lailan (en Kirkuk), habilitamos una unidad de aislamiento de 20 camas y otra de tratamiento, con el fin de prepararlo para un posible aumento de casos.
Atención a comunidades vulnerables
En el resto del país, mantuvimos nuestros programas de servicios médicos generales y especializados para personas desplazadas y repatriadas y para comunidades vulnerables. En todas las ubicaciones, incluyendo nuestros centros para el COVID-19, mantuvimos abiertas las urgencias y los servicios de salud mental.
La pandemia también provocó el cierre de clínicas privadas y nuestros equipos de maternidad y pediatría del oeste de Mosul y Sinuni registraron un fuerte aumento en la demanda de atención y los ingresos.
En Nínive, brindamos cuidados intensivos y de emergencia, tratamiento de quemaduras, fisioterapia y salud mental en nuestro hospital de Qayara, hasta octubre, cuando traspasamos las actividades a los hospitales locales. Como parte del proceso, capacitamos al personal y donamos suministros médicos y equipamientos. Hasta octubre, en el campo de personas desplazadas de Qayara, MSF también ofreció atención médica general, maternidad y tratamiento de enfermedades no transmisibles, hasta que traspasamos las actividades a otra organización.
También contamos con equipos en centros de salud en las ciudades de Hauija y Al Abasi (en la gobernación de Kirkuk), y en Sinsil y Al Muqdadiya (en Diala), concretamente en los servicios de maternidad, salud sexual y reproductiva, enfermedades no transmisibles, promoción de la salud y salud mental. También ofrecimos atención general en el campo de Lailan (Kirkuk), hasta su cierre en noviembre, y en los de Aluand y Sinsil (Diala), hasta agosto, cuando traspasamos estas actividades al Departamento de Salud y a otras organizaciones.
En Bagdad, MSF siguió colaborando con el programa nacional contra la tuberculosis, con la introducción de un nuevo tratamiento oral más eficaz para la forma resistente a los medicamentos.
Debido al brote de COVID-19, tuvimos que suspender temporalmente nuestras actividades en el centro de rehabilitación de Bagdad donde dábamos atención médica y en salud mental a personas heridas por la violencia o en accidentes. Sí pudimos mantener nuestro apoyo mediante consultas online de fisioterapia y salud mental (por ejemplo con Skype) y reanudamos las actividades a finales de año.