Entre 2016 y 2020, MSF trabajó de la mano de una organización local, Likhaan, para brindar salud sexual y reproductiva, así como detección y tratamiento del cáncer de cuello uterino, en San Andrés y Tondo, dos de las áreas más densamente pobladas y empobrecidas de la capital. En diciembre, traspasamos nuestras actividades a Likhaan, que continuará administrando estos servicios.
Cuando estalló el brote de COVID-19, nuestros equipos dieron apoyo a las actividades de rastreo de contactos y prevención del contagio comunitario y en los establecimientos de salud que estaban atendiendo a personas con COVID-19 en San Andrés y Tondo.
En junio, comenzamos a dar apoyo al servicio de COVID-19, el laboratorio y la farmacia del Hospital San Lázaro de Manila, con personal, equipos de protección individual (EPI), equipos biomédicos y suministro de medicamentos. A finales de octubre, tras reducirse los casos, suspendimos estas actividades.
MSF siguió trabajando en Marawi (en Mindanao Musulmán). Esta región del sur tiene los peores indicadores de salud de Filipinas y con frecuencia es escenario de brotes de violencia. Brindamos a las personas desplazadas y retornadas atención primaria y salud mental, así como tratamiento para enfermedades no contagiosas, en tres centros médicos, donde también colaboramos en la respuesta a el COVID-19, por ejemplo, capacitando al personal en vigilancia y rastreo de contactos.
En noviembre, los tifones Goni (conocido localmente como Rolly) y Ulises afectaron a Filipinas con apenas unas semanas de diferencia. En Albay, suministramos a dos centros de evacuación bidones para almacenar agua potable y kits de prevención para el COVID-19, que incluían mascarillas y gel desinfectante. También realizamos capacitaciones en prevención y control de infecciones por COVID-19 y donamos EPI al personal de estos centros. En Catanduanes, distribuimos bidones y pastillas potabilizadoras de agua en la comunidad.