La tasa de homicidios en El Salvador, que llegó a ser la más alta del mundo, está disminuyendo, pero hay otras formas de violencia que aún afectan a la población. Décadas de conflictos entre pandillas rivales, sus enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y la violencia ejercida contra la población siguen teniendo graves consecuencias humanitarias y dificultan la atención médica. Las personas no pueden moverse libremente de un barrio a otro y las zonas dominadas por las maras rivales son desatendidas por las autoridades; una de las consecuencias es la dificultad de conseguir atención médica en estas áreas. En algunas de ellas, llamadas “zonas rojas”, los servicios de salud han sido suspendidos debido a la violencia y las amenazas sufridas por el personal de las clínicas. Y en 2020, las medidas implantadas para frenar la propagación de el COVID-19 (como los confinamientos) agravaron la situación.
Durante el año, ampliamos los servicios de emergencia que prestamos en Soyapango en colaboración con el Sistema de Emergencias Médicas (un servicio nacional de ambulancias), con los que llegamos a otros municipios que sufren estigma. Es el caso de Llopango y de algunas zonas de San Martín, Tonacatepeque y Ciudad Delgado, donde a los servicios de urgencias les cuesta mucho entrar debido a la violencia. A lo largo de 2020, realizamos más de 2.580 derivaciones de emergencia.
Nuestras clínicas móviles asistieron a comunidades afectadas por la violencia en la capital, San Salvador, y también en Soyapango, con actividades de promoción de la salud. Desarrollamos estas actividades en colaboración con líderes de las comunidades y los “comités de salud” en que estas se organizan. También facilitamos el acceso del personal del Ministerio de Salud y trabajamos con instituciones estatales y otras ONG para dar atención médica a personas migrantes, desplazadas o deportadas.
En respuesta a el COVID-19, ofrecimos salud mental en centros de aislamiento para personas deportadas de México y Estados Unidos. Además, trabajamos para aliviar la carga de trabajo de los servicios de emergencia ayudando en el traslado de pacientes con COVID-19 con una ambulancia adicional.
Finalmente, cuando la tormenta tropical Amanda azotó El Salvador, organizamos una clínica móvil para ofrecer atención médica y psicológica a las comunidades más afectadas. También donamos kits de higiene.