La situación es especialmente grave en El Alto, la segunda ciudad más grande de Bolivia, donde las tasas están entre las peores del mundo. Además, Bolivia tiene una alta proporción de embarazos en adolescentes: la última encuesta de salud indicó que el 30% de las mujeres de 19 años ya eran madres. Sin embargo, a pesar de que en los últimos años aumentaron las inversiones en la sanidad pública, la disponibilidad y la calidad de la atención en esta región siguen siendo deficientes. Además, la pandemia de COVID-19 tuvo un grave impacto en los servicios públicos de salud materna, neonatal y pediátrica, lo que hizo que fuera aún más difícil para las mujeres acceder a una atención adecuada tanto para ellas mismas como para sus hijos.
En 2018, iniciamos un proyecto para mejorar la atención materna en El Alto: dimos apoyo a dos salas de maternidad en centros de salud públicos. Nuestros equipos mejoraron el acceso a partos seguros, con servicios de calidad y culturalmente adaptados, en especial para las comunidades indígenas aimaras, que tienen creencias específicas relacionadas con el parto. En 2021, estas actividades se transfirieron a las autoridades locales, que contrataron a más personal para garantizar la continuidad de este servicio y su disponibilidad las 24 horas del día.
Entre marzo y septiembre, nuestros equipos apoyaron la respuesta de la sanidad pública a la pandemia de COVID-19 en la ciudad de Cochabamba y en cinco centros de salud en la región de Beni. Implementamos medidas de prevención y control de infecciones, y ofrecimos salud mental, promoción de la salud y capacitación al personal sanitario de primera línea.