República Democrática del Congo: En Mambasa, los equipos de MSF atienden a sobrevivientes de violencia sexual

Mame Anna Sane, líder del equipo médico, durante una visita al centro de Biakato ©Natacha Buhler/MSF

Al conducir a través del camino de barro rojo, la Land Cruiser de Médicos Sin Fronteras (MSF) pasa entre una nube de mariposas amarillas, blancas y naranjas. A cada lado del camino hay un tupido bosque. Los árboles están tan cerca entre sí que la visibilidad se limita a poco más de medio metro.  No […]

Al conducir a través del camino de barro rojo, la Land Cruiser de Médicos Sin Fronteras (MSF) pasa entre una nube de mariposas amarillas, blancas y naranjas. A cada lado del camino hay un tupido bosque. Los árboles están tan cerca entre sí que la visibilidad se limita a poco más de medio metro. 
No estamos lejos de la reserva natural Okapi. Entre los árboles hay animales que se encuentran al borde de la extinción, al igual que elefantes y aldeas de pigmeos, los habitantes originales de la región. 
Los árboles también esconden minas de oro y diamantes, tanto oficiales como no oficiales, traficantes de maderas finas, cazadores furtivos, hombres armados de las milicias Mai-Mai, y toda una serie de otros hombres armados. 
El personal de MSF que se encuentra en el auto es uno de los tres equipos médicos de un proyecto iniciado en febrero de 2016, y transitan entre las ciudades de Mambasa, Nia Nia, Bella y PK51, deteniéndose en cada aldea que encuentran en el camino para brindar atención a sobrevivientes de violencia sexual y a personas que sufren de enfermedades de transmisión sexual. 
“Sólo en marzo, nuestros equipos atendieron a 123 sobrevivientes de violencia sexual y a 907 personas con enfermedades de transmisión sexual” dice Mame Anna Sane, jefa del equipo médico de MSF. “Estas son cifras muy grandes. Equivale a casi cuatro personas violadas diariamente, y esa cifra sólo representa a personas que vienen a las instalaciones médicas. La violación es tan tabú que mucha gente no busca ayuda, así que la cifra real probablemente es mucho más grande.”
Cada uno de los tres equipos de MSF está compuesto de una enfermera, un psicólogo y un promotor de la salud, que brindan apoyo a nueve instalaciones médicas en la región al entrenar al personal sanitario local sobre la forma en que se brinda atención médica y psicológica a sobrevivientes de violencia sexual. 
Los equipos de MSF también brindan suministros de medicamentos necesarios y trabajan con las comunidades locales para aumentar la concientización sobre la violencia sexual y para alentar a las víctimas a buscar atención médica cuanto antes. 
 
Los sobrevivientes de violaciones deben recibir asistencia en las primeras 72 horas después del ataque para que el tratamiento sea efectivo. Los equipos de MSF también educan a la gente sobre los síntomas de enfermedades de transmisión sexual para que puedan identificarlos e ir por tratamiento.
 

Atendiendo a los sobrevivientes

 
El trabajo con las comunidades locales está rindiendo frutos, y hay evidencia de que los sobrevivientes de violación se están presentando más rápido para recibir tratamiento. Mientras estamos en la clínica de Biakato, una mujer de 70 años que sobrevivió una violenta violación colectiva es traída por un grupo de parientes y vecinos. 
 
Dos días antes, ella estaba dormida cuando tres hombres armados tiraron su puerta. Ellos la sacaron de su casa y la llevaron al bosque, en donde la golpearon y después la violaron uno por uno. La dejaron en el bosque, desnuda e inconsciente. En la clínica, ella recibirá tratamiento para el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, al gual que apoyo psicológico. Su hija está con ella, pero no todos los pacientes tienen familiares que los apoyen. 
Marie, de 37 años, está en el área de maternidad en la clínica de Biakato. Ella acaba de dar a luz a un niño y está sola. Mientras iba a vender bebidas a una mina cerca de su hogar, Marie fue secuestrada por un grupo Mai-Mai. 
 
La mantuvieron prisionera durante más de un año y fue violada repetidamente. Finalmente, logró escapar cuando el ejército congoleño atacó el campo en donde ella estaba retenida. Regresó con su marido, pero él la rechazó porque tenía cuatro meses de embarazo a causa de una de las violaciones a las que había sido sometida. 
 

Una emergencia médica

 
“Nuestro trabajo implica el cambio de mentalidades para poder librarnos del tabú que rodea a la violencia sexual, y ser capaces de ofrecer una atención adecuada a cada sobreviviente; tanto la mentalidad de la población local como la de las autoridades,” dice Mame Anne Sane. “Por supuesto, también hay un aspecto criminal y legal rodeando a la violencia sexual pero, para nosotros, es principalmente una emergencia médica.”
 
El proyecto de MSF en Mambasa está planeado inicialmente para durar seis meses y, una vez concluido ese tiempo, será re-evaluado. Pero algo que sabemos es que necesidad de atención médica y psicológica de la gente como parte de la respuesta ante la violencia sexual en la región Ituri ya es mucho más grande de lo que esperábamos. 

 

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