De Santiago de Chile a San Pablo, Brasil. De San Pablo a Addis Abeba, Etiopía. De Addis Abeba a Goma, República Democrática del Congo (RDC). Y de Goma a Bukavu, capital de la provincia congoleña de Kivu del Sur.
Cuatro escalas y dos días completos de viaje fue lo que le llevó a Juan Pablo Gimeno, ingeniero industrial chileno, llegar a su primera misión en el mundo humanitario de la mano de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Desde hace 4 meses, Juan Pablo trabaja en el área de abastecimiento de MSF en Bukavu, una ciudad de aproximadamente 1 millón de habitantes, donde brinda soporte a los proyectos regulares de la organización que están en zonas rurales y a la Unidad de Emergencias.
En esta entrevista, nuestro colega nos cuenta cuál fue el proceso que lo llevó a trabajar en el ámbito humanitario y nos explica acerca de la importancia del trabajo logístico en el terreno.
¿Cómo llega un ingeniero civil industrial a MSF?
Tengo 25 años de experiencia en el sector privado, en el mundo de la consultoría. Después de todo ese tiempo me di cuenta que ya no me hacía mucho sentido, que no estaba satisfecho personalmente con mi trabajo y entonces decidí hacer una búsqueda para conocer en qué otro tipo de organización podría trabajar y sentirme más a gusto. Hice una investigación por internet, bajé mucha información, analicé reportes y la verdad es que MSF me dio toda la confianza de que es una organización seria que está en los lugares más difíciles del mundo y que trabaja para ayudar a la gente. Y eso es justamente lo que yo quería hacer, sentir que con mi trabajo contribuía a ayudar a las personas más vulnerables.
¿Qué creés que le aporta tu perfil de ingeniero a la labor de MSF en RDC?
Al principio, pensé que en MSF no había lugar para un ingeniero. Pero rápidamente, leyendo la web, me enteré que sí los hay y que son muy necesarios. Creo que todo el personal que trabaja detrás de los equipos médicos es muy importante. Yo particularmente trabajo en el área de abastecimiento y comprendí que todos los suministros que brindamos, desde los más pequeños como puede ser un lápiz hasta los más grandes, como el equipamiento médico o los medicamentos, aportan a solucionar los problemas de las personas.
Muchas veces este trabajo implica grandes desafíos. En nuestro caso, desde Bukavu, nos encargamos de que los proyectos regulares estén equipados con todo lo necesario, pero también brindamos apoyo a la Unidad de Emergencias. Es decir, que muchas veces tenemos que dar respuesta inmediata a grandes necesidades que se pueden presentar de manera urgente. Para ello, siempre tenemos que buscar a los proveedores adecuados y seleccionar los medios de transporte más aptos para llegar a lugares de muy difícil acceso.
¿En qué consisten los proyectos de MSF en Kivu del Sur?
En Kivu del Sur, MSF trabaja desde 2007 para brindar cuidados médicos en el área y sus equipos de emergencia están preparados para dar respuesta en toda la provincia en caso de epidemia, desastre natural o conflicto.
En este sentido, los equipos de MSF se enfocan actualmente en brindar apoyo a los grupos más vulnerables: niños menores de 15 años, personas que viven con VIH/Sida y/o Tuberculosis, víctimas de violencia sexual, embarazadas y mujeres que han dado a luz, y en emergencias médico-quirúrgicas.
En esta provincia, MSF está presente en las zonas de Fizi, Kimbi-Lulenge, Kamambare, Mulungu y Kalehe.
En relación específicamente al área de abastecimiento, ¿cómo es la rutina de trabajo? ¿Qué implica trabajar en esta área?
Mi labor es una continuación de un trabajo que ya lleva muchos años en MSF y que se relaciona con el desarrollo del mercado local de proveedores. Es decir, no solo queremos importar los suministros que necesitamos sino que tratamos de buscar abastecimiento local. Esto tiene dos fines principales: contar con proveedores más cercanos, que respondan rápidamente a los requerimientos que puedan surgir, pero también, establecer relaciones y contribuir al desarrollo de la economía local.
En este sentido, a modo general, podría decir que un día normal de mi trabajo se divide en dos grandes momentos. Por un lado, me enfoco en labores administrativas. Hago un estudio del mercado, lo actualizo constantemente con nuevas cotizaciones, me relaciono con los proveedores, realizo la gestión del inventario, junto con un abanico de otras actividades.
Y por el otro lado, durante el resto de mi tiempo, salgo a terreno en la ciudad de Bukavu para visitar a los proveedores y buscar nuevos productos, y para ordenar las bodegas de materiales de MSF.
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Ya con una primera experiencia en el terreno como logista, ¿qué cosas pensás que son imprescindibles a la hora de empacar y que seguramente te lleves a tu próxima misión?
Para este viaje me traje la mínima cantidad de ropa en una mochila de 60 lt y un bolso chico con mi computadora, lo que creo que fue una muy buena decisión. Igualmente no fui tan previsor como me imaginaba y se me olvidaron algunas cosas. Puede sonar curioso, pero echo de menos a mi linterna. Aquí hay muchos cortes de energía entonces creo que me hubiese sido muy útil, más allá de que en el proyecto tenemos linternas. También, otra cosa que extraño y que me olvidé es el cargador portátil para el celular. Pero la próxima misión definitivamente me los llevo conmigo.
Y con respecto a tu primera misión con MSF, ¿qué balance podés hacer?
Mi primera experiencia con MSF y en el mundo humanitario es muy positiva. Además de sentir que estoy contribuyendo a mejorar la calidad de vida de personas que realmente lo necesitan, he tenido la oportunidad de trabajar y convivir con colegas de diferentes culturas y nacionalidades, lo que ha sido una experiencia muy enriquecedora. Creo que en el fondo se trata de una nueva vida que me gusta y en la cual me siento muy cómodo.