Guinea Bissau es uno de los países más pobres y menos desarrollados del mundo, ocupando el puesto 177 de 187 países según Naciones Unidas. El sistema de salud pública es disfuncional, lo que significa que muchas personas no tienen acceso a los servicios médicos y esto provoca niveles inaceptables de mortalidad, especialmente entre los niños y las mujeres embarazadas.
Alvanys Sánchez es una médica venezolana que trabajó en dos oportunidades con Médicos Sin Fronteras (MSF) en Guinea Bissau. Durante su primera misión en 2016, se desempeñó durante tres meses en la unidad de cuidados intensivos del principal hospital pediátrico de Bissau, la capital del país. En su segunda misión, estuvo trabajando cuatro meses en el área de pediatría del Hospital Regional, en la zona central de Bafatá. En la siguiente entrevista, Alvanys nos cuenta acerca de su última experiencia en el país.
¿Cuál fue tu rol durante tu segunda misión en Guinea Bissau?
En esta segunda oportunidad, coordiné las actividades médicas en el hospital de Batafá, donde Médicos Sin Fronteras (MSF) se encargaba de las salas de pediatría, neonatología y del centro de nutrición. Mi trabajo consistía principalmente en supervisar a los médicos pediatras y también, en coordinar el servicio de pediatría. Es decir, analizar la mejor manera de organizar a los pacientes en el hospital, asegurarme que todos los kits sanitarios estuviesen completos, que las farmacias contaran con todo lo necesario, aprobar la referencia de pacientes en los casos que así se requiriese, entre otras actividades.
¿Cuáles eran las mayores problemáticas que presentaban los pacientes que llegaban al hospital?
Uno de los grandes problemas estaba relacionado con la neonatología. Por lo general, las mujeres no siguen los controles prenatales periódicos durante su embarazo, hay una gran tasa de partos domiciliarios y por lo tanto existen mayores posibilidades de que un bebé se enferme ya que las condiciones sanitarias e higiénicas en las que es recibido no son las más apropiadas.
Otras grandes dificultades se relacionaban con la atención de niños viviendo con VIH y con la gran cantidad de chicos que presentaban desnutrición. Y también, con el alto porcentaje de casos de malaria que llegaban, ya que es una de las enfermedades más acuciantes en el país.
Por otra parte, si bien no era una problemática, sí en algunas ocasiones el idioma era una dificultad, aún hablando portugués, que es el idioma oficial del país. Guinea-Bissau tiene una gran diversidad lingüística y las personas hablan diferentes dialectos locales. De todas maneras siempre nos comunicábamos a través de nuestros traductores o incluso en algunos momentos, mediante señas.
¿Qué balance hacés de tu experiencia de trabajo en Guinea Bissau?
Creo que trabajar en el área pediátrica es una de las situaciones más motivantes que me ha sucedido. Es muy gratificante presenciar cómo los niños que son en teoría los seres más frágiles y que llegan en tan malas condiciones o con apenas signos vitales, pueden volver a caminar o a jugar al cabo de una semana. Eso para mí es uno de los milagros de la pediatría.
También creo que ha sido muy importante contar con un gran equipo de compañeros en el terreno. Si bien es cierto que atravesamos dificultades a lo largo de los meses, nos mantuvimos unidos y eso es lo que te dan ganas de seguir también: que tienes un equipo completo respaldándote.